
Año con año, la situación de la actividad cañera se complica aún más.
Y, como suele pasar con los grandes temas del estado, también aquí se había pateado la lata. La producción de caña no solo tiene importancia económica en el sur, sino también connotaciones históricas, ligadas a la conversión del estado en entidad federativa.
Esta vez, los cañeros salieron a la calle a exigir el rescate del gobierno, tras otra zafra a la baja.
Piden una compensación de 7 mil pesos por hectárea, sobre un total de 35 mil hectáreas afectadas. Solo un dato: ni el presupuesto de dos años completos de la Sedarpe alcanzaría para cubrir esta demanda.
También exigen que la Sedarpe intervenga para que el IMSS les reafirme subsidios.
Y el panorama se complica más: hubo extensas áreas donde ni siquiera hubo corte de caña, debido a una plaga de roedores que se salió de control, y a un “hongo” generado por las condiciones extremas del cambio climático —lluvias torrenciales seguidas de sequías extremas—.
Obviamente, los rendimientos por hectárea son mucho más bajos que en el resto del estado.
El titular de la dependencia, Jorge Aguilar Osorio, ha propuesto a los productores “profesionalizar” la actividad, que desde hace años está sobre arenas movedizas.
Por lo pronto, habrá una mesa de trabajo para rescatar la caña a fondo y en serio.