Desde la década de 1990, la contaminación por llantas en el río Tijuana se ha consolidado como un problema binacional persistente. Pese a los esfuerzos de gobiernos y organizaciones, el 40% de los residuos flotantes son neumáticos. Este flujo incesante de caucho, gran parte proveniente de California, revela un desafío ambiental y regulatorio urgente para la región.
El problema de las llantas en el río Tijuana: Décadas sin solución
Desde la década de 1990, la contaminación de las llantas reutilizadas ha sido un punto de fricción y búsqueda de soluciones entre los gobiernos y organizaciones de México y Estados Unidos. A la fecha, no se ha encontrado un método efectivo para remediar esta problemática, según ha señalado la agrupación Costasalvaje.
Rosario Norzagaray, gerente de residuos marinos de la ONG, ha precisado que el problema radica en que la inmensa mayoría de estos neumáticos no son reciclados por personas o empresas al finalizar su vida útil. En lugar de ello, son simplemente abandonados en la vía pública, laderas de montañas o directamente en el cauce del río Tijuana. Debido al empuje de las corrientes de agua a través de las pendientes del terreno, estas llantas regresan a Estados Unidos, perpetuando el ciclo de contaminación binacional.
El flujo incesante de neumáticos de segunda mano
La especialista estimó que existe una cuota permitida de 700 mil llantas de segunda mano que la industria de Baja California puede importar anualmente. Esta cifra es fijada por la Secretaría de Economía federal y la Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable estatal. Sin embargo, Norzagaray advirtió que esta cantidad se ve incrementada por el fenómeno del “cruce hormiga” de este producto hacia Baja California, un proceso que no logra ser supervisado eficientemente por las autoridades.
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Esfuerzos de recuperación y retos por delante
Como parte de un programa lanzado por Costasalvaje hace cinco años para abordar esta problemática, Norzagaray destacó un dato alarmante: entre el 35 y el 40 por ciento de todos los residuos sólidos flotantes retenidos en la zona baja de la cuenca del río Tijuana son llantas. A través de sus operaciones, la organización ha logrado recuperar en estos años al menos 2 mil 500 llantas, recolectadas tanto del río como de arroyos y calles aledañas.
De todos los residuos acumulados, la ONG realiza una cuidadosa selección, conteo y pesaje para asegurarles un destino. Estos materiales son dirigidos hacia el reciclaje o la reutilización antes de su disposición final en vertederos. En el caso específico de los neumáticos, Costasalvaje siempre busca darles un uso prolongado, colaborando con proyectos que los convierten en otros productos o donándolos a personas responsables que puedan reutilizarlos.
Hacia soluciones binacionales y una economía circular
La ambientalista ha recibido con optimismo la reciente firma de un acuerdo entre los gobiernos de México y Estados Unidos para el saneamiento de las aguas residuales del río Tijuana. Aunque el enfoque principal es el agua, se espera que esta colaboración también contribuya a frenar las exportaciones y el flujo de llantas.
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Para una solución integral a esta problemática, Norzagaray ha propuesto la creación de parques de economía circular donde la producción se base en el reuso de llantas. Además, considera fundamental una regulación de origen para este sector industrial y el establecimiento de más puntos de recolección efectivos para el desecho adecuado de los neumáticos.
El destino de miles de llantas exportadas a Baja California no es solo un problema ambiental, sino un reflejo de los desafíos de gobernanza y cooperación binacional. ¿Podrá este nuevo impulso diplomático finalmente cambiar el rumbo del río Tijuana y forjar un futuro donde el progreso económico no comprometa la salud de nuestros ecosistemas binacionales?