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“Casi no hablo, pero ese es el asunto”: o del tiempo de la Xcaretización mayera y las puertas abiertas a los falsos Gonzalos Guerreros

8 mayo, 2025
in Opinión
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En todo periplo o historia de conquista efectuada en estas tierras anteriormente mayas –y hoy, tierras xcaretizadas- los viejos señores feudales de hace 500 años, los nuevos señores del turismo extractivista del tiempo presente, siempre tuvieron o tendrán a sus mayas al servicio personal propio, para sus intereses personales o de conquista.

Estos mayas que fueron los primeros en convencer a las voces reacias de la tribu acerca de las bondades del nuevo catecismo (léase, también, del nuevo turismo xcaretizador vestido con el ropaje de rural, “indígena” o “alternativo”), aunque el señor chilam maldiga y se entristezca por estos “extranjeros de barbas rubicundas” que ayer y hoy se convierten en “vuestros Hermanos Mayores”, pues la intención sigue siendo la misma: perseguir –colonizar- a los halaches y ejidos mayas, a los ahaues y pueblos y lagunas y cenotes, a los ah kines y autonomías indígenas, y perseguir (ofertar la experiencia de) la ciencia y la sabiduría verdadera de los hombres y pueblos mayas, y volverla un asunto de comercialización turistera.

Este es el mismo relato y correlato histórico, y como el tiempo cíclico maya, todo vuelve a este instante perpetuo, al tiempo actual en que los gobiernos regionales y municipales en Quintana Roo ven, como opción inmejorable, la Última Thule del turismo extractivista, esa tierra imaginada, recreada y estudiada primero por el “Gran parque”: los pueblos y comunidades mayas de tierra adentro (una franja de tierra que ayer se conocía como “zona maya”, y hoy se conoce como “Maya Ka’an”) donde un relato mítico -la guerra de castas- aún se trabaja para ofertar -junto con cenotes, naturaleza selvática, cultura “ancestral”, meliponarios “mayas”, viandas “exóticas” y hasta intereses astronómicos- al nuevo turista conquistador.

La imagen que nos envían sus páginas en internet de esta nueva conquista del Territorio maya del centro de Quintana Roo, es hasta edénica y nos recuerda las primeras escenas del descubrimiento de estas tierras, en la era colombina: un turista blanco que baja del avión en Cancún o en Tulum, que es acomodado en hoteles campamentos de los nuevos halaches blancos de estas tierras, que son llevados en cómodos autobuses climatizados a tierras adentro –koten otoch, les gritan los aborígenes- para ir a un grupo de comunidades mayas y aprender de “las costumbres” y “saberes ancestrales” de la mano de guías autóctonos que han aceptado las bondades de la “mayakanización” y con gusto crean redes de “turismo indígena” y hablan desde el “ik lu’um”. El objetivo es vender, siempre vender “experiencias turísticas”, incluida las malas y deformadas historias de la Guerra de Castas que rondan por algunos libros. ¿Pero al turista de Quintana Roo en verdad le interesa una guerra donde corrió tanta sangre? Descafeinada, por supuesto, que lo crudo solo les interesa a despistados anticuarios. Aquí, en el reino de Maya Ka’an todo debe ser “experiencia”, “aventura”, “degustación”, “mareo ancestral”, pero leve.

Por eso, hace unos días, una nota de prensa de un portal “maya” de noticias en Facebook (La Voz de Gran Pueblo, 6 de mayo de 2025), llamó mi atención por lo que implicaba detrás de un discurso supuestamente inocuo y “admirable”: un “hombre blanco”, “experto” en asesorar a gobiernos en términos de comunidades, urbano, supuestamente chetumaleño, con un colonialismo interno (es decir, “yo, como señor conquistador, voy a ver qué de bueno tienen estas tribus y de todo ese estuche cultural haré una propuesta mejor y renovada de “comunidad regenerativa”, sustentable, amigable, respetuosa con el ambiente y con los chacras y demás”) difícil de digerir, era presentado por ese portal maya con una carga semántica estrepitosa de genuflexión indígena que me recordó al Tutul Xiu postrándose a Montejo, o bien, a las mitificaciones del regreso de Quetzalcóatl –aunque de aquí se trata de un chascarrillo chetumaleño- para retomar su reino perdido: se decía que un tal “Carlos Dehesa”, un “consultor internacional”, “emprendió un viaje transformador por los municipios de José María Morelos y Felipe Carrillo Puerto” acompañado por la “Red de Turismo indígena de Quintana Roo”. La nota no dice ni quién es ese personaje, ni qué santo invoca o le invocan, o viene en calidad de qué, o de qué, o cómo, solo lo incensaba como si se tratara de un nuevo “Gonzalo Guerrero” que estaba conociendo el nuevo territorio de su cacicazgo repleto de “saberes ancestrales”, compartiendo el alimento con los “buenos salvajes”, observando de cerca la arrejuntadera de “lu’um”, cultura y comunidad, para hallar el tesoro perdido de los últimos mayas rebeldes: “una visión del mundo” distinta a la que este chetumaleño seguidor de Gordoa Delgadillo tiene, una “cosmovisión” (¡qué palabreja!) que “honra la naturaleza” y que lo equilibra todo.

El tesoro, o el objetivo de ese periplo de este inculto aborigen blanco chetumaleño perdido en la manigua indígena y siendo un obtuso anacrónico del pasado (pues considera que las “iglesias” de esos pueblos que mal recorrió en unas cuantas horas fueron construidas en tiempos de “la guerra de castas”, de ese craso nivel es la ignorancia y la deformación que algunos mayas aplauden), al cual le falta algunas lecturitas de historia maya y regional; el objetivo, así a la brava (tantas ideas extrañas sobre los mayas turisteros que he leído, y esta compendia lo que disponen a hacer los amigos de Sian Ka’an), era buscar elementos “para definir la sede del primer prototipo de comunidad regenerativa de México” que se tomará “en conjunto con un grupo interdisciplinario de expertos, considerando criterios territoriales, culturales, técnicos y comunitarios”. ¿Sede de qué…,prototipo qué?, ¿quién es ese chetumaleño tan orondo y por qué se le hizo mucho ajetreo y hasta sale su boutade –porque eso es, una boutade de mal gusto su prototipo de comunidad-en el Heraldo de Quintana Roo y en otros medios?, ¿qué es eso de comunidad regenerativa?, ¿una comunidad recreada al estilo pueblo mágico indígena para que se cree infraestructura y que se vuelva una comunidad una especie de parque con temática maya para que el turista conquistador venga a ver lo más prístino de lo más prístino, la más esencial de las esenciales aldeas mayas que se ofertan en la Península? Eso ha sido el sueño de Xcaret y de los amigos de Sian Ka’an desde las declaratorias de monumentos históricos en Tihosuco: partir de ahí, eslabonarlo todo con Valladolid, Chichén, hacer consumible un relato ficticio de la Guerra de Castas, hacer de comunidades y pueblos mayas la utilería necesaria para que el turista viva sus “nuevas experiencias”. Pero, ahora, interpretando eso de “comunidad regenerativa”, de “expertos” buscando elementos de estas comunidades y trabajando con jóvenes líderes que entienden su lenguaje del negocio turístico, y de lo que se mueve detrás de los impulsos turísticos desde el 20 de julio de 2023 cuando se decreta “Maya Ka’an como una “zona rural con potencial turístico”, tal parece que se está gestando una nueva comunidad maya a lo Frankenstein hecha con los pedazos de cuerpo cultural que este grupo de expertos considerará pertinente. Es decir, tal vez asistimos a lo que hace un tiempo escribí, en una tónica chilamesca:

“Vivimos en el tiempo del katún de la Xcaretización. Y estos pueblos depauperados por injusticias históricas (Sabán, X-Cabil, Sacalaca, X-Querol, Tihosuco, X-Pechil), pueblos donde una vez resonó la historia de lucha y defensa autónoma de los mayas verdaderos de mediados del XIX (no los vulgares xcaretitos de hoy) se convierten, en esta perspectiva ladina, en “lugares turísticos” para el gringo “conquiro“. Y de esto, ya se sabe: rumian y aplauden los defensores de la más ramplona Xcaretización. En el reino de la infamia turística y sus avatares comunitarios, rurales, todo se vende, todo es turístico, un suvenir que se compra con euros o dólares,  pero los mayas verdaderos, los pocos que van quedando por tanta marginación, racismo y blanquitud educativa, seguirán siendo el staff de la trastienda del turismo, algunos entenderán que esto es la verdad incontrastable de la vida, harán tesis sobre ello y participarán con los heraldos de Maya Ka’an, de  que el turismo es como el cristianismo que les llegó a la cabeza de sus ancestros: una forma de divina providencia que no se tiene que cuestionar, que no se tiene que disentir, so pena de ser tachado de idólatra, hereje o apóstata de la única fe verdadera, la fe en el Cristo-turístico” (Gilberto Avilez. Del katún de la Xcaretización: ¿sigue siendo el pueblo maya de Quintana Roo “un pueblo en marcha”? 15 de abril de 2025).

Fuera de toda chacota, pregunto: ¿quién es Carlos Dehesa y a qué grupo en verdad representa? Huele, por supuesto, a que representa los intereses del proyecto Maya Ka’an, es un heraldo de Maya Ka’an (y de los amigos de Sian Ka’an) y ya dijo mucho de lo que viene luego, la creación de una aldea maya de probeta con todo el confort para que el turista de “barbas rubicundas” pueda vivir en un momento de su vida capitalista, una experiencia “inolvidable” en esta aldea que tendría todos los “elementos culturales” (lo que se idealiza por la mirada hegemónica sobre las comunidades mayas, eliminando sus marginaciones históricas de este imaginario idealizado) pero también todas las comodidades de una aldea inventada. No es por nada que la Red de Turismo indígena que fue su anfitrión en este periplo de este personaje, en su página en Facebook, se presenta del modo siguiente, aceptando el credo actual de la Mayakanización: “Somos una Red que integra a comunidades mayas, grupos y empresas de turismo que promueve el turismo responsable en el Destino Maya Ka’an Travel”. Es decir, los eslabones locales del gran turoperador, del dueño del Destino Maya Ka’an.

Detrás de esto, por supuesto, se encuentran los “amigos” de Sian Ka’an (esos “amigos” que llegaron disfrazados de mansas ovejas para querer robarles a los ejidatarios de Dziuché su laguna). Hace poco más de un año, apunté sobre quiénes están detrás de este nuevo destino turístico en estas comunidades que pertenecieron a los espacios de la Guerra de Castas:

“Ahora, una nueva casta gobernante, los chilango-powers, desconociendo flagrantemente historias de autonomías mayas, han reiterado la vieja cantaleta que se había tocado al pueblo maya del centro de Quintana Roo desde 1902: Quintana Roo es zona de conquista y colonización. Quintana Roo, en esa vieja escuela porfiriana, de más actualidad que nunca, concibe al pueblo maya como parte de sus brazos para su hacienda personal. Y esta casta gobernante, ha rebautizado a este viejo espacio de autonomía indígena con el nombre de Maya Ka’an, un nombre salido de la imaginería de los dueños de Amigos de Sian Ka’an. Ahora, no es la simple “Zona Maya”, es la “MayaKaanidad” escrita con los ecos sonoros de la Xcaretización, de las “experiencias turísticas”, de ver a las comunidades mayas como parte de sus nuevos mundos, mundos enigmáticos, “místicos”, fuera de la historia estos buenos salvajes que tiene que conocer el turista conquistador, para ser partícipe de las enseñanzas y la espiritualidad de unos mayas imaginarios, de unas comunidades mayas xcaretizadas. En la nueva modalidad de la “espiritualidad” xcaretizada fraguada por el poder de estos “chilangos boys”, la antigua tierra de la autonomía cruzoob se ha convertido en el vomitivo nombre de “Maya Ka’an”, Cielo maya, algo completamente ahistórico, acuñada esa frase en los lobbys de Playacar de los amigos de Sian ka’an, y con la única razón, la turística de las “experiencias”, ciñéndolas, constriñéndolas. Así resulta que para el Consejo de Promoción Turística de Quintana Roo, los pueblos mayas del centro del estado se convierten en un reflejo desleído de la Xcaretización que propaga “Maya Ka’an”, se convierten en los “pueblos”, “sus pueblos de Maya Ka’an” (Gilberto Avilez, Caribe Peninsular, 3 de agosto de 2023).

Comentando el texto de “La Voz del Gran Pueblo” donde se presentó el recorrido de este señor Dehesa, algunos intelectuales mayas, como Basilio Velázquez Chi, en sus redes, apuntaron ideas que me llevaron nuevamente a ocuparme de estos temas de neo-conquista y de la venta de la cultura maya. A Velázquez Chi, el cual me hizo saber sobre esa nota aparecida en “La voz del Gran Pueblo”, le señalé que eso –lo del señor Dehesa- “huele, que digo huele, hiede, apesta a colonialismo interno y barato…O de los nuevos Gonzalos Guerreros enseñando a los mayas a cómo vender sus patrimonios históricos, vía la Xcaretización de la Guerra de Castas”. También dije que, por supuesto, esto es “otra faceta de la Xcaretización de los mayas de Quintana Roo: el señor Whitexican, cual nuevo Quetzalcóatl blanco o rubicundo, enseña cómo ser comunidades sustentables a los mayas de Quintana Roo, es decir, les da clases de civilidad a estos “bárbaros” irremediables, que no pueden regenerarse animismos, porque son gente de “costumbre” y les falta la “razón”. Esto, como sabrán ustedes, es borrar de un plumazo 3000 años de resistencia de un pueblo, pero también es un síntoma de que el turismo desindianizador (la faceta culturicida, etnocida de la Xcaretización) ha hecho estragos en los “líderes” de última generación de los mayas de Quintana Roo”.

Basilio Velázquez Chi, comentando la nota de marras, apuntó: “Cada cosa que inventan y ‘vienen a descubrir’ y hasta prototipo quieren hacer que para ‘repensar la forma de vivir’, así justifican las lanas y “estudios” sobre el pueblo maya. Tu ta’aj u k’aan le máako’”. Para Basilio, uno de los mayas actuales que más han recorrido los pueblos y el territorio maya ayudando a crear autonomías productivas desde la horizontalidad sustentada en el propio pueblo y no desde los “lobbys” de “expertos” urbanos (el caso que representa Carlos Dehesa), sin duda es “importante re direccionar el rumbo de las iniciativas de turismo en la región maya para impulsarse de manera activa por las propias comunidades desde su perspectiva auténtica, con el respectivo respaldo de los recursos públicos que deben destinarse para ello y no ser solo sujetos pasivos que replican modelos impuestos por los grandes intereses económicos y empresariales que se enriquecen explotando la región como lo han hecho siempre y aprovechan los recursos federales de nuestro país a nombre de los pueblos”.

Velázquez Chi, y considero que esto resume lo que hasta ahora hemos dicho, tiene bien presente que algo está mal cuando los pueblos mayas no se vuelven actores de su propio protagonismo y se vuelven, sí, en el staff para los “expertos” ladinos:

“Lo discutible son las formas de intervencionismo detrás de la esperanza del ‘desarrollo’ y del ‘turismo’ que se nos ofrece siempre para ‘beneficiarnos’, donde no pasamos de ser vistos los pueblos mayas solo como ‘participantes’ (actores pasivos que avalan o validan), de modelos diseñados por gente de fuera a base de intereses externos de quienes pagan los servicios vendiendo hermosas historias de nuestros pueblos hacia “afuera”, de que hacen todo por las comunidades, mientras son ellos que se hacen de dinero con programas que crean para “ayudar” a los pueblos (“porque los pueblos no saben”) y ningún plan de financiamiento real, de trascendencia a los pueblos, a las iniciativas locales (pura migaja, regalías), usando la gente para sus fines políticos, tanto así que hasta quieren hacer creer que sus cómplices se vuelven mayas por vestirse o mostrarse como mayas, viéndose hasta ridículos pero ahí están muchos paisanos aplaudiendo. Se necesitan financiamientos tangibles y consistentes para potencializar el desarrollo de los pueblos mayas desde su propia perspectiva, no la mediación de recursos para traer puro “xiix” a través de otros. Hace falta un diálogo autocrítico entre los pueblos mayas, una conversación autentica con quienes tienen sentimientos de identidad y origen maya, con quienes sí se les hizo “jeets’ méek'”, se les tostó y se les tiró su “tuuch” en la región, los que saben prender el fogón y no les sorprende comer “xiix” de manteca con tortilla a mano. Con ellos hay que dialogar, los que no están vendidos al sistema político electorero. Es necesario tener una representación como pueblo maya, como otros pueblos indígenas tienen, no una estructura a modo, que ahora no hay representación de pueblo maya a pesar de ser un pueblo indígena tan grande, peninsular. Ponernos de acuerdo para enfrentar esos grandes intereses que ahora, después de ir acabando con todo, voltean a mirar a nuestros pueblos para sus negocios a costa de todos los males que acarrean consigo, poniéndole títulos bonitos para facilitarles la invasión, pero al final ellos dominan. Casi no hablo, pero ese es el asunto. Importante tener criterio para saber qué es lo que se aplaudible (Velázquez Chi, 6 de mayo de 2025).

Adenda:

Igual me gustaría, para terminar este texto, apuntar lo que un amigo de Basilio Velázquez Chi refirió sobre este caso de nueva genuflexión al “experto” blanco que se envía desde la ciudad ladina del poder regional para amistarse y conocer el ambiente:

“Basilio Velázquez Chi concuerdo. Es preocupante que hasta el día de hoy existen mayas que “inocentemente” le abren la puerta a los intereses extranjeros para que disfruten del show, como la zona turística, que también sirven de propaganda y condecoración para los beneficios del gobierno. Mayas inocentes entregan su pueblo y luego todos terminamos pagando las consecuencias. Usan a unos cuantos locales para validar sus “grandes simulaciones de beneficio en comunidad” (Alejandro HC, 6 de mayo de 2025).

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