El Palacio de Bellas Artes fue testigo de un acontecimiento histórico. Diez escritoras negras-afromexicanas se congregaron para el primer encuentro nacional de su tipo, marcando un paso decisivo hacia la visibilidad y el reconocimiento de sus comunidades en México.
Un reclamo histórico en el corazón cultural de méxico
«México también es negro. Esclavizada no fui, sigo de pie luchando por los derechos». Con estos versos, Patricia Guadalupe Ramírez Bazán, oriunda de la Costa Chica de Guerrero, inauguró el primer Encuentro Nacional de Escritoras Negras-Afromexicanas. La sala principal del Palacio de Bellas Artes acogió a diez poetas de diversas entidades de la República, quienes dieron voz a las historias, memorias y dignidad de sus comunidades.
Cada intervención tejió un relato colectivo que enlazó territorios, resistencias y generaciones, mientras cientos de jóvenes y adultos compartían su entusiasmo y admiración con ovaciones y gestos de reconocimiento. La fuerza de Ramírez Bazán reclamó justicia y espacio para quienes han sido históricamente marginadas, recordando la persistencia de las comunidades afrodescendientes y la importancia de mantener viva la memoria de sus raíces.
Ecos de resistencia y memoria en cada verso
El encuentro fue un mosaico de expresiones y denuncias:
- Jamel Ydzu Martínez Fonseca, de Baja California, presentó su obra *Robo de identidad*, una denuncia sobre los mecanismos que despojan a las comunidades afrodescendientes de sus tradiciones e historia, planteando la urgencia de fortalecer la resistencia cultural.
- Ana de las Flores, del estado de México, leyó *La sangre de África*. Acompañada por Julio Raygosa al piano en la interpretación de *Siempre tuvimos alas*, evocó los genocidios en Palestina, Haití y el Congo. Su invitación al público a cantar llenó la sala de un murmullo de voces unidas y risas que respondían a cada verso.
- Malva Marina Carrera Vega, de Michoacán, centró su intervención en la memoria y la pérdida, con versos como “Encontré un cisne desmembrado… Encontré mi voz en unos labios”, invitando a la introspección.
- Aleida Violeta Vázquez Cisneros, de Guerrero, compartió: “Yo soy mar, memoria, agua, fuego, lluvia, la ilusión de la vida. Soy la lengua perdida de mis ancestros. Soy la mano de mil mujeres negras sosteniendo la vida”. Sus palabras cuestionaron los prejuicios sobre cuerpos prietos, narices, ojos y labios gruesos. Entonó *La negrita cucurumbé*, de Cri-Cri, añadiéndole una nueva letra: “La negrita sigue de pie a pesar de la opresión”, lo que generó aplausos y vítores.
- Montserrat Aguilar Ayala, de Michoacán, dedicó su participación a la memoria de su madre ausente a través de una carta a la luciérnaga, un acto de autoafirmación. Invitó a los presentes a escribir de sí mismos. Junto a Aguilar, Alexis Vázquez interpretó *Duerme negrito*, enfatizando la urgencia de justicia para mujeres negras en el mundo.
- Desde Oaxaca, Juliana Acevedo Ávila manifestó su vínculo con la tierra y la comunidad: “Negra soy, afrodescendiente que alza la voz más alto para justicia encontrar”. Su poema *Hartazgo* abordó el racismo y las esclavitudes modernas.
- Raquel González Mariche, también de Oaxaca, llevó la narración a un territorio de sueños.
- Azucena López Ventura, de Guerrero, cerró un bloque destacando los derechos negados a su comunidad con su obra *Desde la diversidad*.
- Elizabeth Avendaño Sayagua, de la Ciudad de México, cerró el encuentro cultural. Junto con Zarina Palafox en el arpa, Yasbil Mendoza en el violín y Julio Raygosa al piano, sus versos y la música aludieron a la xenofobia, el racismo y la inequidad, concluyendo con un potente llamado: “Arriba mujeres migrantes, indígenas, negras”.
El respaldo institucional y la agenda de visibilidad
La Secretaría de Cultura federal, a través de la Coordinación Nacional de Literatura (CNL) del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), coordinó esta actividad. Claudia Curiel de Icaza, titular de la dependencia, señaló que este acto forma parte de un programa que incluye actividades claves para las comunidades afromexicanas, como el primer festival de danzas negras, conciertos de mujeres indígenas y diálogos con artistas internacionales.
Curiel de Icaza destacó la reforma al artículo dos constitucional, fruto de las luchas de los pueblos afroamericanos, y subrayó la urgencia de “visibilizar su historia y legado”. Diego Prieto Hernández, responsable de la Unidad Estratégica de Culturas Vivas, Patrimonio Inmaterial e Interculturalidad, añadió que “este recinto, antes dedicado exclusivamente a la alta cultura, hoy acoge las expresiones más diversas. El arte y la literatura de México se sostienen en la creatividad comunitaria”.
Entre los asistentes se encontraban Alejandra de la Paz Nájera, directora del Inbal, y la activista y legisladora Susana Harp, junto con otras personalidades del ámbito cultural. Nadia López, coordinadora nacional de Literatura y moderadora de la actividad, concluyó que «hoy cambió la historia», y que estas voces, reunidas por primera vez en esta sala, marcan un paso decisivo hacia la visibilidad y el reconocimiento de comunidades que durante siglos lucharon por justicia y dignidad.
El primer Encuentro Nacional de Escritoras Negras-Afromexicanas no solo fue un evento cultural, sino una contundente declaración política y social en pro de la identidad, la memoria y la justicia para una comunidad históricamente marginada. ¿Este hito en Bellas Artes impulsará un mayor reconocimiento y cumplimiento de los derechos de los pueblos afrodescendientes en la agenda nacional?