
Francisco J. Rosado May
fjrmay@hotmail.com
Mucho se ha escrito sobre la decisión de AMLO cuando se prohibió el uso del glifosato para el control de malezas en la agricultura. El glifosato es el ingrediente principal de los herbicidas más usados en el mundo. En México se conoce como Faena o Cacique. Es de amplio espectro y no es selectivo, se absorbe por las hojas. Fue introducido en los años 70 por Monsanto, acompañado de variedades de cultivos que son resistentes al mismo, para que su acción supresora sea exclusivamente para las plantas no deseadas en algunos sistemas agrícolas.
La prohibición del glifosato en México condujo a varias acciones de respuesta. Por un lado, se suponía, se podría crear otras fórmulas químicas para dar la vuelta a la prohibición específica a la fórmula del glifosato. Por otro, se podría generar nuevos enfoques de investigación que sustituyeran el uso de herbicidas.
En cualquier tipo de agricultura, sea convencional (con uso de tecnología de revolución verde), o tradicional (reflejo de conocimiento ancestral, principalmente Indígena), uno de los factores que más demanda atención es el de control de las arvenses, también conocidas como malezas, plantas que crecen con los cultivos en forma natural.
La Jornada Maya publicó un artículo de G. Partida, fechado 16 de abril, 2025, en el que reporta que investigadores de la Universidad de Guadalajara detectaron que un grupo de por lo menos 500 niños, en poblaciones antiguas al lago de Chapala, con daño renal, tenían menos glifosato, pero con rastros de otro herbicida similar, tres veces más barato, y de fácil adquisición. Se llama glufosinato. Este hallazgo ha provocado retomar la discusión sobre el efecto de estos compuestos químicos, sintetizados en un laboratorio, en la salud humana y naturaleza, incluyendo a los animales que beben agua contaminada por herbicidas. No olvidemos que se ha presentado en diversos medios y publicaciones la posibilidad de asociación entre el glifosato y cáncer en humanos.
La búsqueda de alternativas a los herbicidas, especialmente en el contexto de un país megadiverso como México y punto de origen del maíz, debe ser una prioridad, antes de que perdamos recursos genéticos y conocimiento tradicional muy valioso. En este sentido, el enfoque científico puede y debe guiar el proceso, abriendo el abanico de puntos de entrada, no solo el químico ni solamente el convencional. Todas las formas de creación de saberes pueden y deben ser incorporados en la búsqueda de alternativas viables desde el punto de vista económico y ecológico.
En ciencia es importante y necesario tener forma de pensamiento lógico que funja como punto de entrada en el diseño de investigaciones. Por ejemplo, la agricultura moderna tiene prácticamente menos de un siglo, mientras que la agricultura tradicional ha estado con nosotros por muchos siglos. Por lo tanto, es lógico que aun exista conocimiento valioso no solo en manejo de malezas sino en muchos otros aspectos de los sistemas alimentarios.
En el caso de malezas, vale la pena abundar en el concepto de ingeniería de comunidades de malezas (https://www.researchgate.net/publication/390280308_Engineering_Biodiversity_of_Weed_Communities). Sucede que desde el punto de vista ecológico el manejo que los campesinos han hecho de sus sistemas alimentarios implica una composición de la estructura y diversidad de las malezas que ha facilitado su manejo, evitando así el uso de herbicidas. Si bien hay mucho por estudiar, pensar fuera de la caja puede aportar ideas y soluciones a problemas complejos como el manejo de malezas en sistemas productivos de alimentos.
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