Francisco J. Rosado May
fjrmay@hotmail.com
Uno de los mejores dones que tenemos como humanos es el don de la ubiquidad, aquel que nos permite manejar nuestro tiempo y espacio. Este don no necesariamente es la capacidad de estar en todas partes, el cual es un concepto comercial que indica la capacidad de un mensaje de estar presente en todas partes al mismo tiempo.
Estar en una ciudad con muy alta población y tráfico vehicular permite observar que no hay ni choques entre personas ni entre vehículo, o si los hay son muy pocos en comparación de la cantidad de movimiento que se desarrolla en el espacio y tiempo. Las personas desarrollan una capacidad que les permite estar en el espacio correcto en un tiempo específico, sin prácticamente interferir con otra persona, a pie o en vehículo. Sin ese don de ubiquidad, el número de choques sería enorme.
Al respecto, el físico Pauli generó el principio de exclusión que dice que dos objetos no pueden ocupar el mismo espacio al mismo tiempo. También se conoce en Física como la Ley de la Impenetrabilidad. Un cuerpo presente en un espacio opone resistencia a otro cuerpo que busque ocupar el mismo espacio al mismo tiempo.
Lo anteriormente descrito implica el conocimiento del tiempo y del espacio. Pues bien, de acuerdo con resultados recientes de medición del tiempo, nuestro planeta está girando más rápido que lo normal. De acuerdo con datos del Servicio Internacional de Rotación de la Tierra y Sistemas de Referencia (IERRS, por sus siglas en inglés), y el Observatorio Naval de los Estados Unidos, disponibles en la página timeanddate.com, el pasado 10 de julio fue el día más corto del año. La rotación del planeta tardó 1.36 milisegundos menos que las 24 horas normales. No se notó, porque en estas fechas tenemos días “largos”, pero los super precisos aparatos de medición lo registraron. Se predijo que el 22 de julio y el 5 de agosto tendrían también 1.34 y 1.25 milisegundos menos de las 24 horas normales por día.
¿Algo para preocuparse? Depende. Para las personas y vehículos que interactúan en espacios de muchedumbre, quizá no, aún, pero en cierto tiempo el efecto en computadoras, satélites y telecomunicaciones, y equipo que depende de tiempo super exacto, la más mínima desviación de tiempo puede traer serias consecuencias como sucedió en el año 2000. En este año muy pocas empresas contemplaron en sus sistemas el cambio de los dígitos del nuevo milenio, por lo que la mayoría tuvo problemas tan serios que casi se detienen muchos de los procesos que dependen de la exactitud que se suponen deben proveer los sistemas computacionales, al no poder interpretar correctamente el cambio de fecha a dos datos, 00.
El año 2000, para los alarmistas, no se acabó el mundo como erróneamente interpretaron las profecías Mayas, pero si causó problemas cibernéticos por la mala configuración de los sistemas previendo el cambio de dígitos.
El tiempo que se lleva el planeta para completar una rotación sobre su eje, realmente es irregular. Depende de factores como la fuerza de atracción gravitacional de la luna, los cambios en la atmósfera, y el centro líquido del planeta. De modo que las actividades antropogénicas que influyan en alguno de estos factores estarán afectando la velocidad de rotación del planeta y por ende la capacidad de nuestras computadoras, satélites y telecomunicaciones. Por estas y otras razones necesitamos prestar atención al calentamiento global. Eso sí lo sentimos, más calor que antes.
Punto y aparte.
Hace poco se dio a conocer que el aeropuerto de Cancún, especialmente la T1, está en remodelación. Es buena noticia, ojalá: 1. Se provea de varios bebedores de agua potable a los pasajeros; 2. Se provea servicio gratuito de wifi; 3. Se incremente el tamaño del servicio de baños, especialmente para mujeres; los actuales se saturan muy rápido; y 4. Lo hagan en todas las terminales. Solo así se podrá presumir que Cancún tiene un aeropuerto de calidad internacional.
Es cuanto.