Francisco J. Rosado May
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La conmemoración del movimiento social de los Mayas de la península de Yucatán que inició a finales de julio de 1847 fue motivo de actividades en Q. Roo. Algunos medios informaron que el 28 de julio se llevó a cabo la ceremonia cívica del 178 aniversario de ese movimiento en Tihosuco y lo denominaron Guerra de Castas; otros medios reportaron el 30 de julio que la gobernadora del estado encabezó una ceremonia conmemorativa el 30 de julio donde subrayó que el movimiento no fue una simple rebelión sino un clamor de justicia y reconoció una “deuda histórica”.
La discusión acerca de la naturaleza del movimiento social sigue vigente, ¿Fue una guerra de castas como popularizó Nelson Reed en su libro la Guerra de Castas de Yucatán? O ¿Debe recibir otro nombre?
Sin el afán de tomar partido, sino simplemente entender procesos sociales, la siguiente reflexión parece importante.
Las causas que originaron el movimiento armado han sido documentadas extensivamente, prácticamente no hay duda. Un sector de la población de la península de Yucatán, el de menor capacidad económica y de mayor opresión por parte de otro sector de la sociedad, simplemente ya no quiso aceptar esa condición. Esta dinámica ni es nueva ni fue la última, se repite en la historia del mundo en muchos lugares.
Cuando Reed escribe su libro, en el mundo prevalecía el concepto de casta para diferenciar grupos en una sociedad. Había grupos dominantes y grupos dominados, se caracterizaban por su papel y conducta en la sociedad. El estudio de Mosse publicado en la revista World Development, vol. 110, en 2018 (doi 10.1016/jworlddev.2018.06.003) arroja un análisis muy interesante. Mosse revisa una cantidad importante de investigaciones antropológicas, económicas, ciencias políticas y sobre desarrollo para entender el fenómeno de castas en el planeta, especialmente ante el concepto de acción afirmativa.
Es interesante saber que hay países como la India, donde la sociedad se estructura sobre este concepto de diferenciación social y es aceptada sin mayor problema, incluso en la actualidad. Una explicación es que el término de casta se refiere prácticamente a las divisiones naturales en una sociedad, es decir se aceptan jerarquías, y se reflejan en la organización de las labores, en la toma de decisiones, en capacidades, etc. Las castas son el resultado de un proceso complejo, que a la vez es debilitado y fortalecido por el sistema político-económico presente en la sociedad. Se sabe de discursos políticos que hablan de eliminar desigualdades pero que a la vez la propician y lo reflejan en sus acciones y políticas. Las castas persisten en el sistema de mercado porque intrínsecamente sus desventajas permiten oportunidades a grupos selectos, y cuando los grupos débiles se subordinan la respuesta no es reconocer las desigualdades sino violencia en contra de ellos.
En el caso que nos ocupa, las voces que minimizan la categoría de guerra de castas, por un lado, ayudan enormemente a entender mejor el proceso, pero por otro lado necesitan ir a profundidad para eliminar las prácticas sociales que conducen a una sociedad integrada por desiguales.
A manera personal, el movimiento social armado que se reconoce formalmente inició a finales de julio de 1847, es el resultado de un proceso que fue acumulando injusticias en un sector importante de la sociedad de ese entonces. La respuesta fuerte visibilizó las desigualdades y propició que la sociedad repensara su dinámica. Las preguntas son ¿qué hemos cambiado? ¿Tenemos una sociedad que trata de enmascarar las castas con narrativas y discursos, pero que en el fondo construye un sistema que permite mantener las castas?
Es cuanto.