
Agencias
CANCÚN.- Las extorsiones en Cancún siguen creciendo sin freno, mientras las autoridades permanecen indiferentes ante el drama humano que esta violencia provoca.
El más reciente caso lo dio a conocer la fundación Mundo Patitas A.C., al revelar la historia de una mujer que tuvo que huir de la ciudad tras ser amenazada por el crimen organizado por vender comida en la vía pública.
La víctima, identificada como la señora Serna, fue amenazada con arma de fuego por delincuentes que le exigieron el pago de “derecho de piso” por ejercer su actividad informal,
Temerosa por su vida, tomó la decisión de abandonar de inmediato Cancún, con lo poco que tenía a la mano.
La situación se tornó aún más dolorosa cuando, por requisitos burocráticos, no pudo llevarse con ella a sus dos perros, “Max” y “Toby”, quienes por años fueron sus fieles compañeros.
“Solo teníamos el carnet de ellos, y nos pedían muchos papeles para poderlos traer… no pudieron volar con nosotros”, contó entre lágrimas.
Aunque Serna dejó atrás su hogar, su trabajo y a sus seres queridos, no dejó de buscar la forma de reunirse con sus queridas mascotas.
Pero poco después y gracias a la coordinación de personas anónimas, el sueño se volvió realidad.
Reyna Vicaria fue la cuidadora temporal en Cancún, el veterinario Olaf Navarrete brindó atención gratuita; Luis Campos fue el ciudadano que los transportó en avión, y los donativos reunidos por “Mundo Patitas”, lograron lo que las autoridades no: hacer posible un reencuentro.
Pero la historia de Serna no es un caso aislado. Es un testimonio más del abandono institucional frente a la violencia que enfrentan miles de ciudadanos en Cancún.
Mientras la extorsión, las amenazas y los cobros de piso se vuelven parte del día a día, quienes deberían proteger a la ciudadanía continúan ausentes, inertes o, peor aún, coludidos.
Hoy, Max y Toby están finalmente con su dueña. Pero la herida queda abierta: ¿cuántas personas más están huyendo ahora mismo en silencio?, ¿cuántas tienen que dejar todo porque ya no hay garantías para vivir con dignidad en esta ciudad turística que ha sido secuestrada por el crimen?
Cancún necesita más que discursos: necesita justicia, presencia real del Estado y una estrategia urgente contra la extorsión que arrincona a las personas más vulnerables.