
La política deportiva de Estados Unidos ha dado un giro trascendental. El Comité Olímpico y Paralímpico de Estados Unidos (USOPC) ha implementado un veto inmediato a las mujeres transgénero en deportes femeninos, alineándose con una orden ejecutiva firmada por el presidente Donald Trump. Este movimiento posiciona al USOPC bajo la presión federal, con implicaciones directas para las federaciones nacionales.
La orden ejecutiva que redefine el deporte femenino en EU
El 22 de julio de 2025, el Comité Olímpico y Paralímpico de Estados Unidos (USOPC) notificó a sus federaciones de natación, atletismo y otras disciplinas su “obligación de cumplir” con la orden ejecutiva “Mantener a los Hombres Fuera de los Deportes Femeninos”, firmada por el presidente Donald Trump en febrero. Esta orden amenaza con la “retirada de todos los fondos” a las organizaciones que no acaten la prohibición de la participación de atletas transgénero en competiciones femeninas.
El cambio en la política del USOPC se hizo público el lunes mediante una modificación discreta en su sitio web, detallada bajo la “Política de Seguridad para Atletas del USOPC”, y confirmada posteriormente a los organismos rectores nacionales a través de una carta oficial.
Implicaciones y comunicación oficial del USOPC
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Funcionarios olímpicos de Estados Unidos han comunicado a los organismos rectores nacionales la necesidad imperativa de seguir esta directriz. La CEO del USOPC, Sarah Hirshland, y el presidente Gene Sykes, en la carta enviada, declararon: “Como organización federal, tenemos la obligación de cumplir con las expectativas federales”. Subrayaron además que “nuestra política enfatiza la importancia de garantizar entornos de competencia justos y seguros para las mujeres. Todos los organismos rectores nacionales deben actualizar sus políticas aplicables en consecuencia”. El USOPC ha mantenido “conversaciones respetuosas y constructivas con funcionarios federales” desde la firma de la orden ejecutiva por parte de Trump.
Precedentes nacionales e implicaciones para las federaciones
Esta decisión del USOPC representa el segundo veto significativo a atletas transgénero en el país. Previamente, la NCAA adoptó una medida similar a principios de este mismo año, un día después de que el presidente Trump firmara su orden ejecutiva. La nueva política de la NCAA limita la competencia en deportes femeninos a atletas asignadas como mujeres al nacer. Este precedente nacional refuerza la presión sobre las federaciones deportivas para alinear sus reglamentos con las directrices federales y del USOPC.
El panorama internacional y el desafío legal
Mientras Estados Unidos endurece su postura, el panorama internacional muestra una diversidad de enfoques. La elegibilidad femenina es un asunto central para el Comité Olímpico Internacional (COI) bajo la dirección de su nueva presidenta, Kirsty Coventry. El COI ha optado por permitir que las federaciones deportivas individuales establezcan sus propias reglas en los Juegos Olímpicos, lo que ha llevado a que algunas ya hayan implementado medidas específicas.
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Contrastando con la situación estadounidense, la justicia belga falló ayer a favor de una ciclista transgénero en su litigio contra la Unión Ciclista Internacional (UCI). El tribunal civil de Bruselas determinó que la deportista tenía derecho a su licencia para competir en categorías femeninas, que le había sido retirada en 2023. Esta decisión se produjo después de que la UCI le comunicara su exclusión de las competiciones de mujeres, basándose en una nueva regulación de la federación ciclista. Este auto de medidas provisionales subraya la complejidad y la fragmentación legal en torno a la participación de atletas transgénero a nivel global.
La decisión del USOPC, en un contexto de creciente presión política en Estados Unidos, marca un punto de inflexión con repercusiones claras para el futuro del deporte femenino en el país. Sin embargo, la divergencia con las decisiones judiciales y las políticas de otros organismos internacionales sugiere que el debate sobre la inclusión y la equidad en el deporte global está lejos de concluir. ¿Podrá Estados Unidos mantener esta postura aislada frente a un panorama internacional cada vez más fragmentado?