
Para quienes pensaban que Morena tendría manos libres para la sucesión en Quintana Roo, ayer recibieron un gélido baño de realidad.
El partido guinda cedió ante la solicitud de su aliado, el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), y postergó la aplicación de la reforma contra el nepotismo hasta 2030.
Esta “concesión” tiene nombre y apellido. Con esta reforma a medias, la senadora del PVEM, Ruth González Silva, podrá contender en 2027 por la gubernatura de San Luis Potosí y, eventualmente, suceder en el cargo a su esposo, Ricardo Gallardo Cardona.
Así, como en 2021, Morena decidió cuidar la unidad de su coalición con el PVEM, que tiene 14 senadores, y el PT, que ocupa seis escaños, para mantener la mayoría calificada que le permita seguir con las 15 reformas constitucionales en el Senado.
Pero Quintana Roo no es el único objetivo del Partido Verde. En su lista de prioridades destaca este estado, donde gobierna el bipartito Morena-PVEM.
Desde ahora, hay una pugna interna en Morena entre el morenismo puro y el “neomorenismo”, que acepta seguir en sociedad con el Verde y continuar con los fichajes de prianistas.
El mensaje es claro: el Verde sigue usando su contingente de senadores y diputados para lograr sus “metas” en los estados y municipios con solidez económica.