Una tarde de domingo se convirtió en un momento de tensión en la Universidad de Carolina del Sur, cuando una alerta de seguridad por un posible tirador activo movilizó a las fuerzas del orden y mantuvo en vilo a miles de estudiantes en Columbia. Aunque la situación no escaló a un incidente violento, el protocolo activado revela las complejidades de la gestión de crisis en entornos académicos.
Movilización ante un reporte no confirmado en Columbia
El domingo 24 de agosto de 2025, a las 18:23 horas, los estudiantes de la Universidad de Carolina del Sur recibieron instrucciones urgentes de resguardarse en sus hogares. Esta orden se emitió mientras la policía investigaba un reporte no confirmado de un tirador activo cerca de la Biblioteca Thomas Cooper, ubicada en el campus principal de Columbia.
La escuela emitió una alerta inicial poco después de las 6:45 p. m., la cual instruía a los estudiantes a evacuar la zona cercana a la biblioteca, buscar refugio y, si fuera necesario, atrincherarse. Posteriormente, se envió una segunda alerta precisando que, «en este momento», no había evidencia de un tirador activo.
La respuesta institucional: precaución y verificación
Las autoridades universitarias y policiales actuaron con celeridad ante el reporte. El portavoz de la universidad, Jeff Stensland, informó en un comunicado que la alerta original «se envió por precaución». Las fuerzas del orden procedieron a despejar el edificio de la Biblioteca Thomas Cooper, piso por piso, como medida preventiva.
Stensland enfatizó que esta revisión exhaustiva se realizaba «nuevamente por precaución» para asegurar la integridad de las instalaciones. A pesar de la magnitud de la movilización, las autoridades confirmaron que no se encontró evidencia del tirador y no hubo reportes inmediatos de disparos. La policía continúa registrando los edificios afectados, manteniendo la orden a los estudiantes de permanecer en sus hogares hasta recibir el visto bueno oficial.
Implicaciones del protocolo de emergencia
Este incidente en la Universidad de Carolina del Sur subraya la tensión inherente a la gestión de alertas de seguridad por tiradores activos, incluso cuando los reportes no están confirmados. La decisión de activar un protocolo de emergencia «por precaución» demuestra un enfoque proactivo ante posibles amenazas, priorizando la seguridad estudiantil. Sin embargo, también plantea interrogantes sobre el equilibrio entre la prevención y el impacto de la alarma pública.