MODELO AGOTADO: Advierte Román Meyer Falcón que la crisis de Tulum es consecuencia de un desarrollo sin control

Redacción

CANCÚN.– La crisis turística que atraviesa Tulum no tomó por sorpresa a nadie, sostuvo el ex titular de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), Román Meyer Falcón, al señalar que la sobreoferta inmobiliaria, la urbanización sin control y la falta de planeación derivaron en el colapso actual del destino.

En septiembre de 2025, la ocupación hotelera cayó a 49.2 %, frente al 66.7 % registrado un año antes, mientras Cancún y Bacalar mantienen niveles superiores al 65 %. “La diferencia refleja que el problema no está en el turismo, sino en la forma de crecer que se promovió”, advirtió.

Meyer Falcón consideró oportuna la instrucción de la presidenta Claudia Sheinbaum de revisar la gestión del Parque del Jaguar y los cobros de acceso a las playas, pues “busca corregir un modelo que confundió expansión con desarrollo”.

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Un modelo sin control y una oportunidad de corrección

Tulum nació como el “anti-Cancún”: un destino de baja densidad, estética natural y experiencias auténticas. Sin embargo, esa narrativa se convirtió en justificación para urbanizar sin control.

En pocos años se levantaron miles de departamentos y hoteles —algunos con valores superiores a diez millones de pesos—, mientras buena parte de las calles permanecen sin pavimento, drenaje ni banquetas.

“El auge inmobiliario no se tradujo en bienestar colectivo, y el impuesto predial, en lugar de reinvertirse en infraestructura, se perdió en una administración urbana débil”, subrayó.

Durante la administración pasada, se impulsó un modelo de contención urbana en el corredor del Tren Maya para frenar ese patrón expansivo.

En el caso de Tulum, ante la intención municipal de triplicar su superficie urbanizada —de 1 140 a más de 3 000 hectáreas—, se estableció una primera fase de crecimiento del 60 % en diez años, condicionada a consolidar servicios e infraestructura antes de abrir una segunda etapa.

En municipios vecinos, como Bacalar y Felipe Carrillo Puerto, el crecimiento máximo autorizado fue del 17 % y 8 %, respectivamente.

En paralelo, se desarrolló el Parque del Jaguar, concebido para preservar el entorno de la zona arqueológica de Tulum, rodeada por tres Áreas Naturales Protegidas.

El proyecto incorporó el antiguo aeródromo de 300 hectáreas para crear un cinturón ambiental que contuviera la expansión urbana y mejorara la transición entre ciudad, selva y patrimonio.

Ex titular de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), Román Meyer Falcón,

Actualmente el parque es administrado por la Sedena, a través del Grupo Olmeca-Maya-Mexica, responsable de su operación y promoción. El ex funcionario insistió en la necesidad de consolidar un acceso integral a este espacio, con tarifas diferenciadas y accesibles, para asegurar que el bien común no quede restringido al turismo de lujo.

De acuerdo con el Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible, basado en datos de la Conafor y el INEGI, entre 2019 y 2023 la Península de Yucatán perdió 285 580 hectáreas de cobertura forestal, principalmente por la expansión agropecuaria y urbana.

En ese mismo periodo, el derecho de vía del Tren Maya —de 1 554 kilómetros de largo por 40 metros de ancho— representa apenas 2 % de esa pérdida.

“El problema no proviene de la obra ferroviaria, sino de un modelo territorial sin control que también ha impactado a Tulum: fraccionamientos irregulares, tala y crecimiento desordenado son la verdadera amenaza a su ecosistema”, puntualizó.

Meyer Falcón sostuvo que el Tren Maya puede ser una oportunidad de corrección, al consolidar un modelo de desarrollo regional basado en la preservación ambiental y cultural.

“Su propósito central no es el tren en sí, sino conectar los vestigios mayas con un turismo sostenible que genere prosperidad local”, expuso.

Entre las medidas que propone para corregir el rumbo de Tulum destacan:

1. Detener la expansión urbana fuera de los límites acordados.

2. Fortalecer la normatividad e imagen urbana.

3. Invertir en espacios públicos y servicios básicos.

4. Transparentar el uso del predial y del impuesto al hospedaje.

5. Frenar el contrabando de terrenos nacionales.

6. Mantener el acceso libre a las playas y patrimonio arqueológico.

7. Reforzar la planeación regional con enfoque de equidad territorial.

“La crisis de Tulum no es un problema del turismo, es urbano y territorial. Seguir creciendo sin orden sería repetir el error. Lo que está en juego no es solo el futuro de un destino, sino la capacidad de México para construir una nueva relación entre turismo, territorio y comunidad”, concluyó Meyer Falcón.

> “El paraíso no se pierde de un día para otro; se erosiona entre calles sin servicios, selvas taladas y playas privatizadas”, afirmó. “Consolidar no significa detenerse, sino aprender a madurar como sociedad”.

*El artículo titulado “Tulum: la factura de un modelo agotado” de Román Meyer apareció originalmente en El Sol de México*

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