
La caída de Mike Waltz: de asesor clave a embajador incómodo
El presidente Donald Trump movió una de sus piezas más visibles en el tablero de seguridad nacional. Mike Waltz, hasta ahora asesor de seguridad y figura central en la estrategia militar estadounidense, fue desplazado del Consejo de Seguridad Nacional (NSC) tras un escándalo de filtraciones. Su nuevo destino: la representación ante un organismo que el propio Trump desprecia.
Un desliz con consecuencias globales
El escándalo Signal y la fractura en el NSC
El detonante fue una filtración tan insólita como comprometedora. En marzo de 2025, Waltz añadió por error a Jeffrey Goldberg, editor de The Atlantic, en un chat de Signal donde altos funcionarios debatían posibles operaciones militares en Yemen contra milicias hutíes. Aunque Trump minimizó el incidente, calificándolo de “error no intencional”, el daño ya estaba hecho.
El “Signalgate” y la presión interna
La revelación desató una tormenta. Demócratas y republicanos cuestionaron la negligencia en el manejo de información clasificada. Internamente, la confianza en Waltz comenzó a erosionarse. Susie Wiles, jefa de gabinete, y figuras de peso como la activista Laura Loomer empujaron por su salida. Trump, en lugar de cesarlo de forma directa, optó por un desplazamiento disfrazado de ascenso diplomático.
Una salida elegante hacia el exilio político
De asesor presidencial a embajador marginal
Mike Waltz ha sido designado embajador ante la ONU, pero pocos interpretan esto como un ascenso. Para Trump, la ONU representa un símbolo del globalismo que tanto ha criticado. Enviar allí a Waltz no solo lo saca del núcleo de poder, sino que lo relega a una trinchera diplomática de bajo perfil e influencia reducida.
¿Un premio de consolación?
La nominación ha sido presentada como un reconocimiento a la trayectoria de Waltz, excongresista y veterano condecorado. Trump elogió su compromiso con la “América Primero”, pero los hechos cuentan otra historia. En Washington, la lectura es clara: se trata de una purga elegante, parte del rediseño del segundo mandato de Trump, enfocado en eliminar voces que no sean completamente leales.
Trump centraliza el poder en figuras clave
Marco Rubio, el nuevo poder detrás del trono
El otro movimiento relevante fue la asignación del secretario de Estado, Marco Rubio, como asesor de seguridad nacional interino. Este doble rol no se veía desde los tiempos de Henry Kissinger. Rubio, que ha cultivado una relación estratégica con Trump, gana así poder real en la definición de política exterior y militar. El mensaje es contundente: menos pluralidad, más control.
La purga como estrategia política
La salida de Waltz se suma a otros cambios en abril dentro del NSC. Todos apuntan a un patrón: Trump consolida un equipo cerrado, donde solo caben quienes lo respaldan sin titubeos. La influencia de Loomer y otros actores de la ultraderecha interna muestra cómo la lealtad ideológica pesa más que la experiencia técnica.
Un proceso de confirmación lleno de obstáculos
El Senado como campo de batalla
El siguiente capítulo en esta historia se jugará en el Senado. Para que Waltz asuma como embajador, necesita ser confirmado. Y esa confirmación está lejos de ser un trámite. Sus críticos han anunciado que aprovecharán las audiencias para cuestionar su idoneidad diplomática y, sobre todo, su responsabilidad en el manejo indebido de información clasificada.
¿Está despidiendo Trump al hombre equivocado?
El senador demócrata Chuck Schumer ha salido en defensa parcial de Waltz, asegurando que la verdadera responsabilidad del “Signalgate” recae sobre el secretario de Defensa, Pete Hegseth. “Están despidiendo al tipo equivocado”, dijo. No obstante, el golpe a Waltz ya está dado. Aun si logra la confirmación, su peso político ha quedado en entredicho.
Waltz: ¿chivo expiatorio o estratega imprudente?
La figura de Mike Waltz sintetiza bien las tensiones internas del segundo mandato de Trump. Es un veterano condecorado, un político hábil, pero también un funcionario que cometió un error de proporciones globales. La Casa Blanca optó por removerlo sin escándalo, en una jugada que oculta debilidad bajo una capa de diplomacia.
La pregunta que queda es si Waltz se replegará obedientemente o si su paso por la ONU será el inicio de una estrategia de regreso. Por ahora, el mensaje es claro: en el círculo más cercano a Trump, no hay espacio para fallos ni medias lealtades.
Lo que revela este movimiento de Trump
La salida de Waltz no es solo una historia de errores y consecuencias. Es una ventana a la manera en que Trump gobierna: con lógica de lealtades absolutas, castigos simbólicos y centralización del poder. El mensaje está dirigido tanto a sus adversarios como a sus aliados: ningún error pasa desapercibido, y la purga puede llegar en cualquier momento.
Este episodio también anticipa un escenario más polarizado en la política exterior estadounidense. Con Rubio ganando poder y Waltz en un rol disminuido, la línea dura domina. La diplomacia se subordina, y el margen para voces disonantes se achica. Para América Latina y el Caribe, atentos siempre al pulso de Washington, este giro puede marcar el tono de una nueva etapa de relaciones con EE.UU.