
Trump, West Point y la guerra cultural: un ejército sin DEI
“Liberamos a nuestras tropas de enseñanzas políticas degradantes”, proclamó Donald Trump en West Point, mientras relanzaba una ofensiva ideológica que va más allá del campo militar. El regreso del magnate republicano a la Casa Blanca ha reavivado la guerra cultural en Estados Unidos, esta vez desde las entrañas de sus Fuerzas Armadas.
El ejército, afirma, no debe enseñar igualdad racial ni respetar la diversidad de género. Su misión, reitera Trump, es una sola: destruir enemigos.
La nueva cruzada de Trump contra la diversidad
Donald Trump ha vuelto a colocar al ejército en el centro de su narrativa política. Esta vez no como símbolo de intervención extranjera, sino como bastión de su visión conservadora. La ceremonia de graduación en West Point fue el escenario elegido para anunciar una ofensiva contra las políticas de Diversidad, Equidad e Inclusión (DEI).
Un decreto contra la equidad
En enero, apenas retomó funciones, Trump firmó un decreto que declara “ilegales” los programas DEI dentro de las Fuerzas Armadas. Esto incluye entrenamientos sobre desigualdad racial, iniciativas de integración para personas LGBTQ+ y cualquier contenido vinculado a la teoría crítica de la raza. También firmó una orden que prohíbe la inclusión de personas transgénero en el ejército.
Este paquete de medidas no solo representa un giro radical respecto a la administración anterior, sino que sienta las bases de una agenda ideológica: eliminar todo lo que considere “políticamente correcto” en las estructuras del poder federal.
Entre soldados y drag queens: la retórica de Trump
El enemigo interno según Trump
“Las Fuerzas Armadas no están para organizar espectáculos de drag ni para difundir la democracia”, sentenció Trump, en una frase que combina burla, provocación y un claro mensaje a su base. Para el exmandatario, el verdadero enemigo no siempre está en el exterior: muchas veces, dice, está en el adoctrinamiento interno, en las ideas progresistas, en la corrección política.
Con este discurso, el expresidente desplaza el eje de la seguridad nacional hacia una guerra cultural, donde la amenaza ya no son los talibanes, sino las teorías de género.
¿Qué es la teoría crítica de la raza?
Se trata de una corriente académica que analiza cómo el racismo sistémico ha moldeado las instituciones en Estados Unidos. Es una disciplina clave en debates sobre justicia social, educación y reformas policiales. Para Trump, sin embargo, esta teoría es una imposición ideológica que “degrada” a los soldados.
En su visión, el ejército debe centrarse exclusivamente en la defensa y el combate. No en cuestionar estructuras de poder ni promover valores de inclusión.
¿Qué implica eliminar DEI en el ejército?
Una reversión estructural
Eliminar programas DEI implica:
- Cancelar entrenamientos sobre acoso, racismo y equidad de género.
- Restringir el acceso de personas trans a la carrera militar.
- Silenciar las discusiones sobre discriminación dentro de los cuarteles.
- Borrar cualquier expresión institucional de inclusión.
Este enfoque no solo marca un cambio de política, sino que redibuja el perfil del soldado ideal según Trump: obediente, patriota, tradicionalista y ajeno a los debates sociales contemporáneos.
El ejército como herramienta política
De Irak a West Point
Trump no desaprovechó la ocasión para criticar las guerras en Afganistán e Irak, señalando que los gobiernos anteriores, tanto republicanos como demócratas, desviaron al ejército de su misión. A su juicio, la idea de exportar democracia fue un error tan grave como la adopción de políticas progresistas dentro de las filas militares.
Trump, entonces, plantea una doctrina militar nacionalista y sin matices ideológicos: el ejército no es un espacio para la transformación social, sino un martillo para aplastar enemigos.
Repercusiones internas y externas
Aunque el discurso está diseñado para resonar en su base electoral, la eliminación de DEI puede tener efectos adversos en el reclutamiento y la cohesión interna del ejército. Diversos estudios han demostrado que las políticas de inclusión mejoran la moral, la disciplina y la eficiencia de las tropas. Suprimirlas podría generar conflictos internos y alejar a nuevos perfiles.
Además, a nivel internacional, la decisión envía un mensaje contradictorio: mientras Estados Unidos exige respeto a los derechos humanos en el extranjero, limita esos mismos principios dentro de su ejército.
¿Quién gana con esta “liberación”?
El mensaje de Trump no es militar, es político. Usa al ejército como símbolo para relanzar una batalla ideológica. Al declarar la guerra a la diversidad, pretende consolidar un bloque de poder conservador que no solo gobierne, sino que imponga una visión de nación excluyente.
El dilema está planteado: ¿puede un ejército del siglo XXI operar de espaldas a los valores de inclusión, sin fracturar sus propias bases?
El debate apenas comienza.