
Trump impone su lógica comercial global con aranceles a medida
En la víspera de una nueva oleada de aranceles, Trump redefine las reglas del comercio global. Líderes extranjeros y grandes empresas buscan cómo endulzar sus propuestas para evitar el golpe económico, mientras el expresidente saborea su poder de decisión.
La palabra clave: acuerdos a medida.
El modelo Trump: presión, caos y negociación bajo amenaza
Una estrategia a fuego cruzado: aranceles como herramienta de poder
Donald Trump ha vuelto a su manual favorito: crear incertidumbre, imponer presión máxima y luego negociar desde una posición de fuerza.
Con nuevos aranceles a punto de activarse, la Casa Blanca abrió las puertas a acuerdos a medida que trascienden el comercio y exploran otras dimensiones geopolíticas.
Mientras delegaciones de Japón, Corea del Sur, Israel e Italia aceleran sus visitas a Washington, Trump exige algo más que compromisos comerciales: libertad de estadounidenses detenidos, cooperación en inteligencia artificial, compras de energía o lucha contra el narcotráfico. Todo vale para evitar el castigo arancelario.
“Me están besando el trasero”, dijo Trump, exhibiendo la dinámica desigual que ha construido con sus interlocutores extranjeros.
CEOs y aliados, entre la urgencia económica y la incertidumbre política
El “tsunami” empresarial contra los aranceles
Los teléfonos no dejan de sonar en la Casa Blanca. La presión no solo viene de gobiernos: ejecutivos de gigantes tecnológicos, bancarios e industriales suplican frenar una medida que podría hundir la economía global.
El ala empresarial teme que los aranceles dañen la credibilidad de las empresas estadounidenses y agraven la volatilidad bursátil. Incluso aliados tradicionales como Ted Cruz advierten que Trump escucha a “ángeles y demonios”.
Más allá del comercio: ¿cuáles son las cartas sobre la mesa?
Intercambio de favores geopolíticos
Las ofertas que explora la Casa Blanca incluyen acciones concretas no relacionadas con el comercio:
- Declaraciones públicas de líderes extranjeros (como Xi Jinping sobre el fentanilo)
- Participación en proyectos energéticos clave como el oleoducto de Alaska
- Alianzas tecnológicas estratégicas
- Ayuda militar o compromisos diplomáticos
Esta lógica convierte los aranceles en fichas de cambio para resolver otros temas sensibles.
China resiste: ¿hasta dónde llegará la escalada?
El gigante asiático no cede ante el arancel del 104%
Mientras otros gobiernos se alinean o tantean concesiones, China juega en otra liga. A pesar de las represalias que impactaron exportaciones agrícolas clave en el pasado, Beijing no responde con sumisión. Un arancel del 104% entra en vigor a medianoche, sin señales de que Xi Jinping vaya a ceder.
La incertidumbre empujó al S&P 500 a caer un 20% desde su pico histórico, alimentando temores de recesión. El mensaje contradictorio desde la Casa Blanca ha sido parte del problema: un día hay apertura, al siguiente, intransigencia total.
La Casa Blanca: improvisación con consecuencias globales
Contradicciones internas y negociaciones sin hoja de ruta
Las versiones encontradas entre funcionarios como Lutnick y Bessent, o las declaraciones imprecisas sobre qué temas se pueden negociar, evidencian que la improvisación guía muchas decisiones. Mientras algunos funcionarios minimizan el papel del ducto de Alaska, otros lo elevan como incentivo comercial.
“El presidente siempre quiere lo mismo en cualquier negociación: más”, sintetizó un exfuncionario.
La pregunta clave no es si habrá acuerdos a medida, sino si Trump tiene la estructura para gestionarlos sin generar un caos aún mayor.
¿Estrategia brillante o bomba de tiempo?
Trump convierte cada arancel en una palanca de poder. Pero negociar bajo presión y sin rumbo claro podría minar la confianza global y afectar a la economía mundial. Si el expresidente logra resultados concretos, su apuesta se validará.
Si no, el daño político y financiero será profundo. El tiempo corre y la medianoche está cerca.