
Redacción
CIUDAD DE MÉXICO.- La temporada de huracanes 2025 está prevista para el día 15 de mayo en la Cuenca del Océano Pacífico y el 1 de junio para el Golfo de México, conforme los registros históricos, y según los pronósticos meteorológicos de la Secretaría de Marina (Semar), este año se esperan 18 ciclones tropicales, con una fuerza igual o superior a la categoría 3.
Para la región del Pacífico, la Semar prevé la formación de una Depresión Tropical, ocho tormentas tropicales, seis huracanes fuertes y cuatro intensos.
En tanto, en las aguas del Atlántico (incluyendo el Mar Caribe y Golfo de México) se esperan dos depresiones tropicales, siete tormentas tropicales, cuatro huracanes fuertes y cuatro intensos.
Conforme la lista de la Organización Meteorológica Mundial, el primer ciclón en el Pacífico recibirá el nombre de Alvin, mientras que para el Atlántico corresponde el de Andrea.
Con la llegada de estos fenómenos tropicales también da inicio la temporada de lluvias, y conforme los modelos meteorológicos, este año habrá un incremento en los niveles de precipitación en el sureste mexicano.
Debido a que en esta temporada persisten las condiciones climáticas del fenómeno de La Niña, se prevé que en el Noreste de México ocurra un déficit de lluvias, y como consecuencia la sequía avanzará en esta región.
Por convención, se establece que la temporada de huracanes arranca el 15 de mayo y se extiende al 30 de noviembre, sin embargo, estas fechas no son determinantes para asegurar la formación de los ciclones tropicales.
La utilidad de fijar estos periodos permite a las autoridades desarrollar planes de Protección Civil y campañas de difusión para mantener informada a la población, ésto con el objetivo de reducir posibles daños humanos.
De acuerdo con cifras proporcionadas tanto por la NOAA como por la Universidad Estatal de Colorado (CSU), entre los años 1991 y 2020, la temporada promedio en el Atlántico presentó alrededor de 14 tormentas tropicales, de las cuales aproximadamente 7 evolucionaron a huracanes. Dentro de estas, 3 adquirieron la categoría de huracanes mayores, definidos como aquellos con vientos sustanciales capaces de generar daños severos.
El cambio climático ha intensificado la potencia de los huracanes que impactan a México debido a que las aguas superficiales de los mares suelen presentar una mayor temperatura.
El calentamiento global ha elevado las temperaturas del océano, proporcionando más energía para la formación y desarrollo de huracanes.
Esto ha resultado en un incremento en la frecuencia de huracanes de categorías 3, 4 y 5, los más destructivos.
Una atmósfera más cálida puede retener mayor humedad, lo que implica que los huracanes descargan lluvias más intensas. Esto agrava riesgos de inundaciones, deslaves y daños en infraestructura.
Los huracanes ahora tienden a fortalecerse más rápidamente, lo cual deja menos tiempo a las comunidades para prepararse y evacuar, además, el cambio en los patrones climáticos y las corrientes atmosféricas puede modificar las rutas de los huracanes, afectando regiones donde antes eran menos comunes.
Estos efectos combinados agravan la vulnerabilidad de las comunidades en las costas mexicanas, en particular en estados como Quintana Roo, Veracruz, Oaxaca, Guerrero y Sinaloa, aumentando los costos humanos, sociales y económicos asociados con estos fenómenos.