La salud mental emerge como un desafío crítico en la agenda pública nacional, con datos que revelan la persistencia de una problemática profunda. En el marco del Día Mundial para la Prevención del Suicidio, un informe oficial arroja luz sobre una realidad que exige la máxima atención y un análisis riguroso en el contexto mexicano.
La persistencia de una crisis silenciosa: La tasa de suicidios en México
El suicidio, reconocido como un problema de salud pública a nivel global y en México, mantuvo su tasa en 6.8 casos por cada 100 mil habitantes en 2024, una cifra idéntica a la registrada en 2023. No obstante, este estancamiento oculta una tendencia preocupante: un aumento gradual en el periodo de 2017 a 2023, cuando la tasa pasó de 5.3 a 6.8 por cada 100 mil habitantes, lo que subraya la profundización de la crisis.
Francisco José Gutiérrez Rodríguez, titular de la Comisión Nacional de Salud Mental y Adicciones (Conasama), enfatiza que la atención a la conducta suicida demanda una participación interinstitucional robusta. Esto incluye la colaboración del sector salud y múltiples otros sectores para generar capacitación en primeros auxilios psicológicos y el manejo de crisis suicidas, con el fin primordial de prevenir casos futuros.
Demografía y métodos: Un patrón diferenciado
Los datos demográficos revelan patrones específicos en la incidencia del suicidio. Se estima que el 52 por ciento de los casos consumados se presenta en el grupo de edad de 15 a 29 años, seguido por el segmento de 30 a 39 años.
Un análisis de género muestra que el 80 por ciento de las muertes por suicidio corresponden a varones y el 20 por ciento a mujeres, estableciendo una proporción de cuatro hombres por cada mujer en suicidios consumados. Sin embargo, en el ámbito de los intentos de suicidio, la tendencia se invierte drásticamente: cinco mujeres lo intentan por cada varón. Esta discrepancia se atribuye a la letalidad de los métodos empleados. Los hombres suelen recurrir a disparos por arma de fuego o asfixia por ahorcamiento, mientras que las mujeres optan por lesiones con arma blanca o el consumo de tóxicos.
El subregistro: Un velo sobre la magnitud del problema
A pesar de que la tasa oficial de México es baja en comparación con otras naciones como Hungría y Dinamarca (que superan los 50 casos por cada 100 mil habitantes), el comisionado Gutiérrez Rodríguez lamenta una falencia crítica: «en México hay un problema importante en la notificación de suicidios, ya que muchos de estos casos quedan como muertes dudosas». Esta declaración sugiere que la verdadera magnitud del problema podría ser mayor de lo que las estadísticas actuales reflejan.
Las entidades federativas que han experimentado un incremento particular en los casos de suicidio son Chihuahua, Aguascalientes, Yucatán y, de manera notable, Jalisco y Tabasco.
Identificando las señales y factores de riesgo
El comportamiento suicida es complejo, pero existen características que permiten identificar a una persona en riesgo. Estas incluyen:
- Fantasear con la idea de qué se siente morir.
- Aislamiento social.
- Empezar a regalar pertenencias.
- Abandono de hábitos significativos (relaciones, trabajo, aseo personal).
- Investigación activa sobre métodos efectivos para morir, que puede culminar en un intento.
Es crucial destacar que si una persona ha intentado quitarse la vida, requiere de ayuda oportuna, que abarca tratamiento farmacológico, apoyo psicoterapéutico, manejo del entorno familiar y educación para la vida, a fin de prevenir futuras reincidencias. Existen casos documentados de personas que lo han intentado de una a tres veces previamente.
Principales factores de riesgo por grupo de edad
Los factores de riesgo varían significativamente según la etapa de la vida:
- Niñas y niños: Abuso físico, psicológico o sexual; acoso escolar; o el divorcio mal manejado de los padres.
- Adolescentes: Problemas con los pares, decepciones amorosas, problemas familiares, y el consumo cada vez más temprano de alcohol o drogas.
- Adultos: Crisis económica, infidelidad, mal manejo de las emociones o de la gestión de emociones, así como problemas relacionados con la pareja.
- Adultos mayores: Casos de jubilación, abandono, muerte de la pareja o el diagnóstico de una enfermedad incapacitante, invalidante o dolorosa.
Estrategias interinstitucionales y recursos para la vida
En este contexto, el comisionado nacional de Salud Mental y Adicciones resalta que la salud mental es un derecho fundamental. Para su salvaguarda, la Secretaría de Salud dispone de instituciones hospitalarias que ofrecen atención especializada.
Un recurso clave es la Línea de la Vida, un número telefónico (800-911-2000) que opera las 24 horas del día. A este canal pueden comunicarse tanto las personas que requieren ayuda como sus familiares para recibir asesoramiento y apoyo. Además, la Línea de la Vida proporciona los directorios de los Centros Comunitarios de Salud Mental y Adicciones (Cecosas) a nivel nacional, adscritos a la Secretaría de Salud, IMSS, Issste, IMSS-Bienestar, Secretaría de Marina, Secretaría de la Defensa Nacional y Pemex, a los cuales los usuarios pueden ser referidos para atención especializada.
La persistencia de la tasa de suicidios en México, las particularidades demográficas y el subregistro, exigen una acción coordinada y transparente. ¿Estamos como sociedad y como Estado, abordando con la seriedad y los recursos necesarios esta lacerante realidad que se cobra miles de vidas anualmente, muchas de ellas en el silencio de la incertidumbre estadística? La respuesta está en la profundidad de la inversión y el compromiso con la salud mental.