
La cuenta regresiva del T-MEC: México se prepara para renegociar con Trump al acecho
En un foro clave ante empresarios, Marcelo Ebrard anticipó un giro en la política comercial del continente. La revisión del T-MEC no solo es inminente: podría definir el rumbo económico de México ante el regreso de Donald Trump.
Con el segundo semestre como escenario, la diplomacia mexicana se alista para un proceso complejo que pondrá a prueba la relación trilateral y, especialmente, la capacidad de México para defender su modelo de integración regional frente a las presiones de Washington.
El reloj ya corre: Estados Unidos marca la pauta del T-MEC
Marcelo Ebrard, actual secretario de Economía, confirmó durante un foro de la Coparmex que la revisión del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá iniciará después de tres meses, una vez que la administración estadounidense decida centrar su estrategia en esta renegociación.
“Estamos estimando que inicie (…) después de los próximos 3 meses que anuncie el gobierno de Estados Unidos que va a estar concentrado en la negociación del sistema”, señaló el excanciller.
Aunque el anuncio parece técnico, el trasfondo político no puede ignorarse. Estados Unidos, con la mira puesta en su elección presidencial de noviembre, arranca el proceso desde una posición de fuerza. Y con Donald Trump como figura central del debate público, las señales apuntan a una revisión cargada de tensiones.
México se juega su modelo de integración comercial
Para Ebrard, esta coyuntura también representa una oportunidad: “La realidad llevará a integrar más la región”, dijo. El razonamiento es claro: en un mundo donde Asia lidera la manufactura y la innovación tecnológica, América del Norte no puede permitirse fracturas internas.
El argumento mexicano es la integración económica. Desde la firma del T-MEC en 2020, México ha apostado por posicionarse como socio confiable y estratégico. La relocalización de cadenas productivas (nearshoring) ha colocado al país en el radar de empresas globales, especialmente en sectores como la automotriz, la electrónica y la farmacéutica.
Pero esa narrativa podría chocar con los planteamientos proteccionistas de Trump, quien en su primer mandato exigió condiciones más estrictas para México, especialmente en materia laboral y reglas de origen.
¿Qué quiere Trump (otra vez)?
Marcelo Ebrard no eludió la posibilidad de que Trump vuelva a la Casa Blanca y marque la agenda de la renegociación. “Tenemos que entender qué quiere para poder tener éxito”, advirtió.
Aunque las condiciones del T-MEC establecen una revisión sexenal (la próxima sería en 2026), el entorno político actual acelera los tiempos. Una victoria republicana podría presionar para que los ajustes se adelanten o sean más profundos.
Ebrard fue claro en dos frentes:
- El desafío: sortear una negociación que no será sencilla, pero donde México tiene elementos sólidos para sostener sus intereses.
- La ventaja: mantener una relación bilateral estable y más fuerte que la de otros países con Washington.
La visión empresarial y el terreno local
El foro organizado por la Coparmex no fue un escenario casual. Los empresarios, particularmente los vinculados al comercio exterior y la manufactura en estados fronterizos y del Bajío, están atentos a lo que pueda pasar con el T-MEC. Las exportaciones mexicanas hacia EU superan los 400 mil millones de dólares anuales, y cualquier modificación al tratado podría afectar empleos, inversiones y cadenas logísticas.
En estados del sureste como Yucatán y Quintana Roo, el impacto se siente de otra forma. Aunque el turismo es su motor principal, cada vez más sectores buscan diversificar sus vínculos con el comercio exterior. La renegociación del T-MEC podría ser clave para proyectos logísticos como el Tren Maya o los parques industriales del Istmo.
Un futuro en juego: ¿más integración o más conflicto?
La revisión del T-MEC no será un trámite técnico. Representa, en el fondo, una disputa por el modelo de integración regional que quiere liderar Estados Unidos. México apuesta por una visión estratégica compartida; Trump, por un modelo centrado en su electorado interno.
Lo que está en juego es más que un tratado comercial: es la capacidad de América del Norte para competir en un escenario global cada vez más fragmentado.
Ebrard, con experiencia diplomática y política, se posiciona como el operador clave de esta nueva fase. Pero el desenlace dependerá de factores externos, como el resultado electoral en EU, y del músculo político interno para resistir presiones.
Prepararse para negociar, resistir y avanzar
La revisión del T-MEC marcará el ritmo económico del próximo sexenio. Sea con Trump o con Biden, México deberá consolidar su papel como socio indispensable, sin ceder soberanía ni ventajas competitivas.
Con la economía regional en redefinición, el Caribe mexicano y el sureste deben alzar la mirada: la renegociación podría abrir puertas, siempre y cuando haya estrategia, visión territorial y claridad de rumbo.