
La sucesión se adelantó, sobre todo en Morena.
Falta un año y medio para el inicio formal del proceso electoral, pero ya vemos a muchos aspirantes haciendo circo, maroma y teatro para “posicionarse”.
La sucesión se adelantó porque, en realidad, estamos ante un interescuadras de Morena, dada la minúscula presencia de la oposición, que no tiene un solo perfil competitivo para disputar de verdad la gubernatura.
Esto se parece, cada vez más, a aquellos procesos del PRI de antes, cuando todo se decidía en una sola cancha. Es cosa de un solo partido.
Pero hay fallas estructurales que hacen parecer que las pre-precampañas se están saliendo de control. Esto también incluye a los aspirantes a alcaldías y diputaciones federales.
Morena no ha definido reglas. La única regla es esperar señales: unos esperan alguna desde Palacio Nacional, otros desde la 22 de Enero.
Por usos y costumbres, los aspirantes suponen que la o el candidato saldrá de una encuesta. Por eso andan desesperados por hacerse populares. Unos optan por lo tradicional, como brigadas asistencialistas —con “van” incluida— y otros quieren ser “innovadores” y ya son una especie de youtubers electorales.
Pero, la verdad es que Morena no necesita encuestas.
Y no las necesita porque no hay rival enfrente.
Si la elección fuera hoy, Morena ganaría… incluso sin el PVEM ni el PT.
¿Acaso hay alguien en el PAN o en MC que realmente pueda derrotar al partido guinda?
En la mayoría de las encuestas, el partido opositor mejor posicionado ronda el 12 %.
Con quien sea, Morena ganaría la gubernatura.
Pero claro: no es tan fácil como suena.
En Morena, lo que sí necesitan es hacer política: tejer acuerdos y llegar a buenos acuerdos.
Y, cierto, la posibilidad de rupturas siempre es latente, sobre todo en escenarios de partido único.