
En Quintana Roo, se puede hacer cualquier cosa en nombre del turismo.
De hecho, durante 50 años se ha depredado el medio ambiente, escatimado prestaciones laborales, normalizado la desigualdad social y hasta acotado libertades, todo en nombre del turismo.
Y precisamente, bajo esa misma justificación, ahora se busca cambiar el nombre del municipio de Solidaridad para dejarlo en Playa del Carmen, así, a secas.
Este cambio no es casualidad. En realidad, tiene que ver con el “lanzamiento” de la marca Playa del Carmen, lo cual incluso figura en los portafolios del Caribe Mexicano en la reciente edición de Fitur.
Pero esta idea de cambiar el nombre, que se ha intentado legitimar con una consulta popular, tiene efectos colaterales que afectan la memoria histórica del estado.
El nombre de Solidaridad es ominoso, pero no precisamente porque haga honor al concepto de unir esfuerzos de manera desinteresada. Para nada. Se trata del nombre de uno de los programas sociales más emblemáticos del neoliberalismo, y fue la manera en que el entonces gobernador Mario Villanueva buscó enaltecer el “legado” de Carlos Salinas de Gortari.
Claro que ese nombre debió desaparecer hace tiempo. Pero hasta ahora, no había una razón de peso, salvo la turística.
Por cierto, si de verdad se tratara de reivindicar la memoria histórica de Quintana Roo, el nuevo nombre debería ser Xamanhá.
Pero no. De lo que se trata es de posicionar la marca.