
Francisco J. Rosado May
fjrmay@hotmail.com
La entrega anterior, del mismo tema, trató de dejar claro qué es el populismo, una de las palabras más usadas en semanas recientes, principalmente por la vorágine de órdenes ejecutivas firmadas por el presidente Trump. Varios analistas consideran su gobierno como populismo de derecha, aunque también hay populismo de izquierda.
La idea del espectro político dividido entre izquierda y derecha data de la revolución francesa, 1789, cuando en la Asamblea Nacional los partidarios de Luis XVI se sentaban a la derecha y los revolucionarios en la izquierda. Wikipedia identifica los valores de izquierda a la igualdad, bienestar y justicia social, solidaridad, diversidad, pluralismo, secularismo, laicismo, internacionalismo, y, recientemente, el ambientalismo. La misma fuente identifica como valores de derecha al nacionalismo, conservadurismo, autoritarismo, identidad nacional, jerarquías, militarismo, seguridad, tradición y religión. El abanico político comprende los extremos de izquierda y de derecha, los moderados y el centro.
Te puede interesar: | VISIÓN INTERCULTURAL | Sobre populismo democracia, autocracia y partidos hegemónicos (I)
El concepto de democracia, de origen griego, combina las palabras pueblo y poder. La página https://concepto.de/democracia/ señala que “la democracia es un sistema político y de organización social en el que se confiere el poder de decisión de la conducción del Estado al pueblo, que se expresa mediante la voluntad de la mayoría. Este poder puede expresarse de manera directa o indirecta y se espera que las instituciones ejecuten y defiendan la voluntad del pueblo…”. Esta definición explica por qué en algunos países, donde se supone que se elige por votación del pueblo a sus dirigentes y/o representantes, el juego político consiste en tener la mayoría de los votos para el mismo partido o coalición de partidos. Se asume que obtener la mayoría de los votos otorga mayor legitimidad para llevar a cabo los compromisos de campaña. Y aquí radica una buena parte de la discusión actual, acerca de las interpretaciones de democracia. No hay duda de que hubo una votación en Venezuela como lo hubo en Rusia, Estados Unidos, México, en otros países y recientemente en Alemania; pero, ¿cómo se llegó a ese resultado?
Ganar por mayoría implica que la oferta política de un partido o coalición fue popular o muy popular, dependiendo del porcentaje de votos con respecto al total de votos y/o del total de población con capacidad para votar.
Pero una cosa es tener la mayoría de los votos, ser popular, y otra cosa es confundirlo con el populismo. No hay datos de algún partido o coalición que haya ganado limpiamente con el 100 por ciento de votos, menos si se considera a toda la población en edad de votar. Por eso la palabra democracia implica claramente que el poder del pueblo no se debe interpretar como un poder absoluto por parte de quien gane. El arte de la buena política, de los estadistas, se reserva para aquellos que saben o buscan como conciliar los intereses de la mayoría que votó por ellos y de la minoría que no lo hizo. Esta consideración es especialmente cierta cuando la votación se gana por mayoría de los votos de los que votaron. Esa mayoría no necesariamente refleja los intereses del 100 por ciento de la población.
Hay ejemplos de expresiones de gobernantes que no reflejan un buen entendimiento del concepto de democracia y los ubica más en el populismo. No hace falta mencionar quienes lo han dicho: “Aquel que lleva a cabo acciones para salvar a su país, no viola ninguna ley”. “No me vengan con que la ley es la ley”. “Aquí manda el pueblo”. Y muchas más.
Punto y aparte. Fue el 168 aniversario del día internacional de la mujer, y la deuda con ellas sigue aumentando. Solidaridad con las protestas contra la ley del ISSSTE.