
La esperanza no se legisla, se construye.
En un salón repleto de dolor contenido y exigencias persistentes, la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, lanzó una advertencia clara: el gobierno federal ya no tolerará simulaciones en las tareas de búsqueda de personas desaparecidas.
Rosa Icela endurece postura ante colectivos de búsqueda
En la tercera mesa de trabajo entre autoridades federales y colectivos de familiares de personas desaparecidas, la titular de Gobernación fue contundente: “No queremos reuniones vacías, queremos justicia.” La frase resonó entre los 200 asistentes que, representando a 26 colectivos, llegaron con nombres, rostros y casos en la memoria.
Un encuentro marcado por la exigencia y el dolor
La reunión no fue un evento protocolario. Desde el inicio, Rodríguez saludó uno a uno a los asistentes. Algunos no pudieron contener el llanto mientras relataban, en breves segundos, el caso de su ser querido desaparecido.
La funcionaria escuchó y respondió con una promesa: las propuestas que surjan de estos encuentros serán consideradas seriamente. “No queremos ideas al aire, queremos que lleguen al texto de la ley”, enfatizó.
No más impunidad ni indiferencia oficial
La secretaria fue directa con los funcionarios presentes: “Quien no esté dispuesto a trabajar con sensibilidad, que ponga su renuncia.”
Recalcó que el mandato presidencial es claro: actuar con compromiso y empatía. La reunión debía dejar de ser una formalidad para convertirse en una herramienta de transformación real.
Legislación con rostro humano
Una agenda construida desde los territorios
Rodríguez Velázquez presentó un resumen de las propuestas legislativas actuales y reiteró que lo importante no es imponer una visión desde el gobierno, sino incorporar lo que los colectivos ya han planteado desde su dolor y experiencia.
Las modificaciones legales, dijo, deben reflejar las verdaderas necesidades de quienes han buscado a sus familiares en fosas, montes, brechas y morgues.
“No es una reunión de un día”
La funcionaria rechazó que estas mesas sean actos simbólicos. Pidió verlas como un punto de partida para establecer una ruta de acción permanente, con evaluación de avances y rendición de cuentas.
Tensión, reclamos y un regreso obligado
La salida interrumpida y el regreso inesperado
Aunque la secretaria anunció que saldría brevemente rumbo al Senado, un par de mujeres interrumpieron su salida con gritos: “¡Quédese! ¡No nos deje otra vez!” La molestia fue clara, y aunque Rodríguez se retiró del lugar, volvió veinte minutos después.
Ese gesto, aunque mínimo, fue leído como un intento de congruencia. La exigencia en la sala no era sólo hacia el aparato institucional, sino también a la persona que lo representa.
Un mensaje que compromete al Estado
El mensaje fue claro y necesario. En un país con más de 100 mil personas desaparecidas, las palabras de Rosa Icela Rodríguez marcan un parteaguas si —y solo si— se traducen en acciones tangibles.
La simulación ya no cabe. Lo que sigue es demostrar que el Estado puede ser parte de la solución y no del abandono.