
Un asesino paciente: la crónica de un crimen anunciado en Calzada de Tlalpan
Una semana antes de que las balas hablaran, el asesino ya estaba ahí. En el mismo punto, a la misma hora, esperando.
El doble homicidio de Ximena Guzmán y José Muñoz, colaboradores cercanos de Clara Brugada, no fue un acto impulsivo. Fue una ejecución calculada que tuvo un primer intento frustrado y luego, una segunda oportunidad mortal.
La primera vez que el asesino esperó
Vigilancia en Benito Juárez
El 14 de mayo, una cámara de seguridad en Calzada de Tlalpan, casi esquina con Napoleón, captó a un hombre con casco de motociclista, chaleco antirreflejante y actitud sospechosa. No estaba perdido: esperaba a sus víctimas.
Vestido como trabajador de obra, manipulaba un teléfono, enviaba mensajes y, por momentos, ajustaba un objeto que parecía un arma debajo del arnés. Los transeúntes pasaban junto a él sin notarlo.
Sin disparar, pero con intención
Ese día, Ximena llegó como siempre desde Coyoacán. Fue a recoger a José, quien solía atravesar el bajo puente para abordar su vehículo. Pero él no apareció. El sicario, al ver que el objetivo no estaba completo, se retiró.
Esa decisión postergó la tragedia.
El crimen del 20 de mayo: misma escena, distinto desenlace
Ataque coordinado y ejecutado con precisión
El martes siguiente, el asesino regresó, exactamente igual vestido. Esta vez, Ximena y José coincidieron. Cuando él se acercó al auto, el atacante disparó a quemarropa.
Ximena recibió ocho impactos; José, cuatro. Murieron al instante por heridas en cráneo y tórax.
Logística de alto nivel
Las autoridades confirmaron que participaron al menos cuatro personas. El agresor huyó en moto, cambió de vehículo dos veces y escapó de la capital en una camioneta Urban alterada. Todo en menos de una hora.
La investigación reveló que los vehículos tenían números de serie alterados, reporte de robo y no contenían huellas. El uso de guantes eliminó rastros. Fue una operación quirúrgica.
Un ataque sin antecedentes, sin amenazas, sin huellas
Silencio previo al crimen
Ni Ximena ni José contaban con protección personal, aunque estaban capacitados en autocuidado. No hubo amenazas ni advertencias previas.
La fiscalía capitalina no encontró vínculos directos con el crimen organizado, aunque mantiene abiertas todas las líneas de investigación.
Protocolo de feminicidio y línea política
El caso de Ximena se investiga bajo protocolo de feminicidio. La fiscal Bertha Alcalde señaló que se considera el entorno político y profesional como posible móvil.
“No se descarta nada”, dijo. Y agregó que el ataque demandó recursos logísticos y humanos considerables.
¿Quién filtró la rutina de las víctimas?
La incógnita central
A pesar de que no se han hallado pruebas de filtración interna, el nivel de planeación sugiere conocimiento preciso de los movimientos de Ximena y José.
¿Alguien más sabía? ¿Fue una coincidencia o alguien dio la señal de cuándo actuar?
Respuesta institucional
El jefe de la SSC, Pablo Vázquez, fue contundente: “Ninguna forma de violencia doblegará a la Ciudad de México”.
El mensaje es político y simbólico: no se permitirá que la violencia silencie al círculo más cercano del poder capitalino.
¿Qué implica este ataque para Clara Brugada?
El riesgo del entorno político
Aunque el crimen no fue contra ella directamente, Brugada está en el centro de la escena. La cercanía de las víctimas con su equipo genera inquietud en un contexto electoral delicado.
La violencia política no es nueva en México, pero este caso, ejecutado en pleno corazón de la capital, tiene implicaciones mayores.
Impacto en la percepción ciudadana
La narrativa de seguridad, tan clave en una campaña, se tambalea cuando el crimen toca al equipo cercano. Aunque no haya evidencia de motivación política, la percepción pública ya está afectada.
Un crimen que obliga a repensar la seguridad política
Este asesinato doble, planeado con una semana de antelación, ejecutado con precisión y con un alto nivel de impunidad operativa, reconfigura la manera en que se entiende el riesgo en el entorno político capitalino.
No se trata sólo de la ejecución: se trata de la preparación, la frialdad y la certeza de que no serían detenidos.
La muerte de Ximena Guzmán y José Muñoz no sólo enluta a un equipo político. Expone la vulnerabilidad de los operadores en tiempos electorales, la debilidad de las estrategias preventivas y la sofisticación creciente de quienes operan desde la sombra.
Una ciudad que se asume fuerte no puede permitir que la violencia tenga ensayo general. Y en este caso, lo tuvo.