
Un prestigioso galardón de la institución ligada a la monarquía española ha llegado a México, generando un innegable regusto político en un momento de tensión diplomática. La presidenta Claudia Sheinbaum ha valorado el premio con palabras que no han pasado inadvertidas, relacionándolo directamente con un tema sensible.
Premio Princesa de Asturias al Museo de Antropología: ¿un gesto político?
El gran Museo de Antropología de México ha sido distinguido con el Premio Princesa de Asturias a la Concordia. Este reconocimiento llega apenas 10 días después de que la fotógrafa mexicana Graciela Iturbide recibiera el Premio Princesa de Asturias de las Artes. Ambos galardones, concedidos por una institución ligada a la monarquía española, se anclan en las culturas mexicanas, desde las grandes civilizaciones del pasado prehispánico hasta la herencia cultural y social actuales.
La distinción al Antropológico, una joya cultural de calado universal, adquiere un matiz político debido al actual momento de las relaciones diplomáticas entre España y México. La presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, confirmó esta perspectiva con sus declaraciones este miércoles.
La perspectiva de Sheinbaum: “un pasito” y el reconocimiento de las atrocidades
Según el texto, la presidenta Sheinbaum valoró el premio como “un pasito” para el “reconocimiento de las atrocidades de la conquista”. Sus palabras exactas a preguntas de los periodistas fueron:
“Es un gesto por parte de la Corona española, ya dieron el primer pasito, espero que continúen en ese proceso de reconocimiento pleno a las grandes civilizaciones del pasado, a los pueblos de hoy y a las grandes atrocidades que se cometieron en la llamada conquista española”.
Estas declaraciones mencionan la palabra prohibida, según el texto: perdón. La presidenta comenzó su respuesta diciendo: “Pues a ver si empiezan por ahí a pensar en pedir perdón”, aunque inmediatamente después se refirió al “gesto de la Corona”. Este mensaje, indica el texto, no ha pasado inadvertido para nadie.
Tensión y acercamientos diplomáticos recientes
El texto recuerda que estos premios contribuyen a restañar las heridas abiertas dejadas por la petición de perdón que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador lanzó a Felipe VI en 2019. Aquella carta privada, que salió a la luz pública, recibió como respuesta el “rechazo firme” de atender la petición.
A pesar de esfuerzos diplomáticos para curar el malestar, un nuevo golpe ocurrió el pasado 1 de octubre. Ese día, Sheinbaum, sucesora de López Obrador, tomaba posesión de su cargo. En la ceremonia destacaba la ausencia del Rey de España, quien, según la presidenta, no estaba invitado por los desplantes y el desprecio que la Monarquía había dedicado a México. Esta exclusión también derivó en la ausencia del presidente Pedro Sánchez, quien sí estaba invitado pero declinó.
Sin embargo, el texto también menciona intentos de acercamiento. En junio del año pasado, el ministro de Política Territorial, Ángel Víctor Torres Pérez, visitó México para celebrar a los exiliados, y el Ateneo Español recibió el primer premio de Memoria Democrática fuera de España. Otro ministro, el de Cultura, Ernest Urtasun, se reunió con su homóloga mexicana, Claudia Curiel, precisamente en el museo Antropológico durante la Feria Internacional del Libro de Guadalajara en 2024, de donde surgieron futuras colaboraciones bilaterales. El Princesa de Asturias ahora concedido debe, según el texto, enmarcarse en estos acercamientos.
El legado del exilio y los vínculos que unen
Más allá de lo económico (España es el segundo país inversor de México después de Estados Unidos) y de la época de la conquista, las relaciones se cimientan en la llegada a México de más de 20.000 españoles huyendo de la Guerra Civil y la dictadura franquista. Este exilio forjó una simbiosis fértil y solidaria que echó raíces en la relación política. El texto señala que este legado sigue presente hoy: muchos cargos en las administraciones de López Obrador y Sheinbaum son nietos o familiares directos de aquellos exiliados. Esta ha sido una vía de reconciliación manejada en meses de diplomacia congelada.
Incluso para los descendientes de los exiliados, quienes llevan en México la bandera de la República española en su corazón, el enfado del gobierno mexicano con Felipe VI les dolió. El texto sugiere que la historia puede venir en auxilio del entendimiento, mencionando la visita del Rey al campo de concentración de Mathausen el pasado 11 de mayo, donde fueron deportados republicanos españoles.