En el epicentro de la política nacional, la presidenta Claudia Sheinbaum ha reiterado una de sus convicciones más arraigadas: el poder, cualquiera que sea, debe ejercerse con humildad y sencillez. Esta declaración resuena con fuerza, especialmente tras ser cuestionada en Palacio Nacional sobre la carta de Andrés Manuel López Beltrán.
La insistencia en la humildad y sencillez
La mandataria fue categórica al rechazar cualquier polémica en torno a la misiva de Andrés Manuel López Beltrán, secretario de Organización de Morena, la cual abordaba las críticas por sus vacaciones en Tokio, Japón. Sheinbaum optó por defender su postura fundamental, que considera innegociable. “No voy a entrar a debate en este tema, mi posición la voy a defender siempre porque es mi convicción, es que el poder cualquiera que se tenga se debe ejercer con humildad, con sencillez, porque nosotros nos debemos al pueblo… cualquiera, que sea la presidenta, sea un diputado o senador”, afirmó la titular del Ejecutivo.
La presidenta Sheinbaum subrayó que su visión no es una postura circunstancial, sino una convicción personal profunda que mantendrá bajo cualquier circunstancia. Este enfoque en la humildad, afirmó, es vital para quienes ocupan un cargo público, pues la rendición de cuentas es un imperativo para con la ciudadanía.
Un mensaje que trasciende partidos
La recomendación presidencial sobre la conducta en el poder no se limitó a su propio partido. Sheinbaum enfatizó que este llamado a la humildad y sencillez es extensivo a toda la clase política, sin distinción de afiliación partidista. “El deber debe ejercerse con humildad, el poder se ejerce con humildad, esa es mi recomendación a todas y a todos, incluso no solo a los de Morena o los de los partidos aliados, a todas y a todos”, sentenció la presidenta.
La rendición de cuentas como deber fundamental
La insistencia en la rendición de cuentas se fundamenta en el hecho de que los partidos políticos y sus representantes reciben recursos públicos. Para Sheinbaum, este principio es una piedra angular de la función pública, obligando a todos los servidores a comportarse bajo la premisa de que su autoridad emana del pueblo y a él se debe.
El pueblo de México, juez supremo
La presidenta Sheinbaum cerró su intervención con una frase contundente que encapsula la esencia de su filosofía sobre el servicio público. Al evitar ahondar en el caso de López Beltrán, la mandataria reafirmó que el poder no es un medio para el beneficio personal. “A nosotros nos juzga uno solo, que son millones, el pueblo de México”, recalcó, enfatizando que la verdadera evaluación y legitimidad de cualquier funcionario público reside en el juicio de la ciudadanía.
La postura de Claudia Sheinbaum frente a la polémica sugiere una priorización de los principios fundamentales de la política sobre las coyunturas específicas, buscando sentar un precedente sobre el ejercicio del poder y la rendición de cuentas en la administración pública.