
Sheinbaum y la cautela diplomática ante una elección tensa en Ecuador
“Vamos a esperar”, dijo la presidenta Claudia Sheinbaum cuando le preguntaron por la elección presidencial en Ecuador. Su frase breve, lanzada en plena mañanera, resonó con fuerza en el ajedrez diplomático que atraviesan México y el país andino, marcados por una reciente crisis en su relación bilateral.
Y es que el conflicto no es menor. Apenas un año atrás, la relación entre ambos países se fracturó drásticamente tras la violación de la sede diplomática mexicana en Quito. Hoy, con un nuevo presidente a punto de ser proclamado oficialmente en Ecuador, el gobierno mexicano opta por la prudencia.
Una elección cerrada bajo tensión internacional
Noboa se perfila como presidente
Con el 93% del escrutinio oficial completado, el joven empresario Daniel Noboa aventaja con 55.85% de los votos frente a 44.15% de Luisa González, candidata de la Revolución Ciudadana. La diferencia supera el millón de votos, según los datos preliminares del Consejo Nacional Electoral (CNE).
Aunque para la presidenta del CNE, Diana Atamaint, la tendencia es “irreversible”, González se resiste a reconocer los resultados, advirtiendo de posibles irregularidades. Desde el cierre de urnas, el ambiente político en Ecuador ha estado cargado de tensiones y denuncias cruzadas.
El fantasma del fraude y las alertas en América Latina
La denuncia de González sobre un posible fraude electoral reaviva temores históricos en América Latina sobre procesos democráticos opacos. Aunque no ha presentado pruebas concluyentes, su rechazo a reconocer la victoria de Noboa abre una grieta narrativa que podría escalar en los próximos días.
Este tipo de incertidumbre ha llevado a varios gobiernos de la región a reaccionar con cautela, y México no ha sido la excepción. La postura de Sheinbaum, al pedir esperar los conteos finales, refleja tanto un cálculo diplomático como una necesidad de evitar posicionamientos apresurados en un contexto altamente volátil.
México y Ecuador: una relación en pausa
El asalto a la embajada y la ruptura diplomática
El 5 de abril de 2024 marcó un punto de quiebre. Las fuerzas armadas de Ecuador irrumpieron en la embajada de México en Quito para capturar a Jorge Glas, exvicepresidente ecuatoriano refugiado en busca de asilo. El hecho, ampliamente condenado a nivel internacional, fue calificado por México como una violación flagrante al derecho internacional.
Desde entonces, la relación entre ambos países quedó suspendida. México rompió relaciones diplomáticas y llamó a consultas a su embajadora. El gobierno de Noboa, por su parte, justificó la acción alegando razones de seguridad nacional, pese al costo político en la comunidad internacional.
¿Qué implica el silencio de Sheinbaum?
La respuesta escueta de la mandataria mexicana no es casual. En medio de una crisis no resuelta, cualquier pronunciamiento podría ser interpretado como una toma de partido. A diferencia de otros países que ya felicitaron a Noboa, México parece optar por una diplomacia paciente y observadora.
Este enfoque también puede leerse como una reafirmación del principio de no intervención, uno de los pilares históricos de la política exterior mexicana. No se trata sólo de Ecuador, sino de enviar un mensaje regional: México observa, pero no se precipita.
La elección ecuatoriana bajo la lupa regional
¿Quién es Daniel Noboa?
Hijo del magnate Álvaro Noboa, Daniel representa una nueva generación de líderes empresariales que buscan posicionarse en la política latinoamericana. A sus 36 años, promete un gobierno moderno y centrado en la seguridad, en un país sacudido por el crimen organizado y la desconfianza institucional.
Su ascenso político se da en un contexto de hartazgo ciudadano y promesas de cambio. Sin embargo, su gestión deberá enfrentar no sólo desafíos internos, sino también una política exterior complicada, particularmente con países como México, con quienes mantiene tensiones abiertas.
Luisa González y la continuidad de la Revolución Ciudadana
González, la delfín política de Rafael Correa, encarna la esperanza del correísmo por regresar al poder. Su campaña se basó en recuperar los programas sociales y la estabilidad económica de los años del exmandatario, aunque arrastró el lastre de las acusaciones de corrupción del pasado.
Su negativa a reconocer los resultados recuerda a otros momentos críticos de la política regional. A falta de resultados definitivos certificados por todos los actores, la crispación electoral podría escalar, con efectos no sólo en Ecuador, sino en la región andina.
Lo que viene: cautela, reconocimiento y posibles puentes
México ante el dilema: ¿cuándo y cómo reconocer?
La decisión de Sheinbaum de no pronunciarse de inmediato refleja la complejidad diplomática que enfrenta México. Reconocer anticipadamente a Noboa podría considerarse una validación implícita de un gobierno que violó su sede diplomática. No hacerlo, podría interpretarse como un desaire innecesario si los resultados son finalmente indiscutibles.
En este contexto, la espera no es una omisión, sino una estrategia. México necesita tiempo para observar cómo se consolidan los resultados, cómo reacciona la oposición ecuatoriana, y si hay espacio para recomponer relaciones a partir del respeto mutuo.
¿Se abrirá el camino al diálogo?
Más allá del resultado electoral, uno de los temas clave será si el nuevo gobierno ecuatoriano buscará una vía de reconciliación diplomática con México. El diálogo podría requerir intermediación de actores regionales o gestos formales de reparación. Por ahora, la prudencia de Sheinbaum mantiene esa posibilidad abierta.
Una espera que dice más de lo que calla
La elección en Ecuador no sólo definirá un nuevo liderazgo en ese país, sino que podría redefinir la relación con México. Claudia Sheinbaum, al pedir esperar los resultados finales, ejerce una diplomacia cuidadosa, consciente de que cada palabra pesa en un escenario regional cada vez más delicado.
Su postura también deja entrever una continuidad en la política exterior mexicana: firmeza en la defensa del derecho internacional, pero dispuesta al diálogo cuando existan condiciones. Mientras tanto, Ecuador sigue bajo el escrutinio interno y externo, con un resultado casi cerrado, pero aún no completamente aceptado.