
Mario Villanueva ejerció sin piedad y casi sin límite el poder cuando fue gobernador.
Tanto anheló el poder (y el dinero) que terminó convirtiéndose en su peor versión. Transformó Quintana Roo en otra república bananera, en la que suprimió las libertades y privilegió los negocios al amparo del poder.
Pero también, Villanueva tuvo una caída estrepitosa. Su historia ya forma parte de la “enciclopedia” del narcotráfico en México.
El exgobernador ya regresó a Chetumal, pero no ha logrado quedar libre. Andrés Manuel López Obrador le dio atole con el dedo con el indulto, lo mismo que Peña Nieto. Al parecer, Claudia Sheinbaum va por el mismo camino.
Es evidente que parte de la estrategia de Villanueva para obtener su libertad ha sido quedar bien con el régimen.
Ahora es usado para defender el cambio de nombre del municipio de Solidaridad, lo cual ha terminado por ser una discusión bizantina.
Pero, en este debate, Mario Villanueva se pone del lado de los ganadores y no duda en traicionar su propio legado.
Este comportamiento recuerda lo que también hizo Juan Ignacio “Chacho” García Zalvidea, cuando obtuvo su libertad mediante acuerdos inconfesables.