
Cada vez son mayores las críticas de la “generocidad” del presidente Andrés Manuel López Obrador con el Ejército.
Las fuerzas armadas pasaron de ser garantes de la soberanía a convertirse en constructores y empresarios. Volvieron al calor de la 4T a ser una casta privilegiada.
Se podría decir que el Ejército hizo lo que quiso en los tramos que le correspondieron de las obras del Tren Maya en Quintana Roo.
Pero, como suele ocurrir, los mandos castrenses, en su rol de empresarios, no tuvieron llenadera.
Sin el mejor pudor, la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) se quiere llevar por delante la legendaria Laguna de Bacalar.
Sin dar cuentas a nadie, la Sedena empezó a construir una obra en la orilla de la laguna, lo cual ha horrorizado a los habitantes de esta localidad.
Se trataría de un área de esparcimiento para los mandos militares, según ha trascendido. No se merecen menos.
Pero ni el empresario más voraz se habría atrevido a tanto en provocar daño al ecosistema de Bacalar.
Aunque, si la Sedena ya arrasó con la selva y los ríos subterráneos quintanarroenses, ¿qué tanto es tantito con su proyecto de esparcimiento en Bacalar?