
Cada dólar que cruza la frontera rumbo a México desde manos trabajadoras representa más que un simple envío: es un acto de amor, sobrevivencia y vínculo entre naciones. Pero hoy, ese puente económico está en riesgo.
Senado de México condena propuesta de impuesto a remesas
En un frente común pocas veces visto, el Senado mexicano alzó la voz contra la iniciativa del congresista republicano Jason Smith para imponer un gravamen del 5% a las remesas enviadas por migrantes indocumentados desde Estados Unidos. Esta propuesta, considerada por legisladores mexicanos como “arbitraria e injusta”, amenaza una de las principales fuentes de ingreso para millones de familias mexicanas y al mismo tiempo pone en jaque los vínculos económicos bilaterales.
La condena fue unánime. Coordinadores de todas las fuerzas políticas —Morena, PAN, PRI, PVEM, PT, MC— firmaron un posicionamiento conjunto para rechazar la medida y advertir de sus consecuencias. El embajador de México en Washington, Esteban Moctezuma, también intervino activamente, reuniéndose con legisladores estadounidenses para explicar el impacto económico y social de la propuesta.
Un golpe al corazón económico de México
Las remesas: oxígeno para millones de hogares
México recibió más de 63 mil millones de dólares en remesas en 2023, una cifra récord que equivale a más del 4% del PIB nacional. En estados como Michoacán, Guanajuato y Oaxaca, estos recursos representan la diferencia entre pobreza y sobrevivencia para miles de familias.
La propuesta de gravar con un 5% estas transferencias no solo reduciría el ingreso directo de quienes las reciben, sino que también empujaría a los migrantes a evitar los canales formales, según advirtieron senadores y técnicos especializados.
“Este tipo de medidas incentiva el uso de rutas informales, dejando a los migrantes más vulnerables y desprotegidos”, afirmaron integrantes de la Junta de Coordinación Política del Senado.
Un doble castigo para quienes ya contribuyen
Uno de los argumentos más fuertes es que los migrantes —legales o no— ya pagan impuestos en Estados Unidos. De acuerdo con estudios del Instituto de Política Económica (EPI, por sus siglas en inglés), millones de trabajadores indocumentados contribuyen con miles de millones de dólares anualmente al fisco estadounidense a través de impuestos sobre la renta, ventas y propiedad.
Imponer un impuesto adicional a las remesas significaría una doble tributación injustificada y discriminatoria.
Riesgos bilaterales: libre comercio y estabilidad económica
Contradicciones desde la Casa Blanca
La propuesta republicana también genera tensiones diplomáticas. El Senado mexicano destacó la incongruencia entre promover el libre comercio —a través de tratados como el T-MEC— y levantar barreras económicas que perjudican la movilidad de capitales personales.
El embajador Moctezuma, tras reunirse con los congresistas Adam Schiff (demócrata) y Dave McCormick (republicano), reforzó la necesidad de blindar las cadenas de valor entre ambos países, en lugar de socavarlas.
“Las relaciones entre pueblos hermanos se fortalecen desde el diálogo y el entendimiento mutuo, tendiendo puentes y no levantando muros ni barreras económicas”, subrayaron los senadores.
Reacción nacional unificada
La condena desde el Senado no solo fue simbólica. En términos políticos, la unión de figuras como Adán Augusto López, Ricardo Anaya, Manuel Añorve, Manuel Velasco, Alberto Anaya, Clemente Castañeda y Gerardo Fernández Noroña, marca una rara pero significativa convergencia de ideologías que reconoce el peso social y económico de la migración.
¿Y si se aprueba el impuesto?
Aunque la propuesta aún no avanza formalmente en el Congreso estadounidense, el solo hecho de plantearla ha encendido alertas. Si llegara a concretarse:
- Disminuiría el ingreso disponible en comunidades rurales mexicanas.
- Aumentaría el uso de mecanismos informales (como el envío en efectivo vía terceros).
- Podría deteriorar las relaciones diplomáticas México-EE.UU.
- Provocaría presión sobre programas sociales en México que dependen de remesas indirectamente.
El intento de gravar las remesas es más que un debate fiscal: es una afrenta a los vínculos más humanos entre dos países hermanados por la historia, la geografía y la migración. El rechazo unánime del Senado mexicano es un acto de defensa no solo económica, sino moral y diplomática. La propuesta republicana, si prospera, podría convertirse en un bumerán político que dañe las relaciones bilaterales y la estabilidad social en ambos lados de la frontera.
La vigilancia continúa, y con ella la exigencia de que los derechos —y aportes— de los migrantes sean reconocidos sin condiciones.