
Buenas noticias con sabor agridulce para millones de mexicanos en Estados Unidos.
El anuncio de la reducción del impuesto a las remesas del 5% al 3.5% encendió celebraciones entre diplomáticos y legisladores mexicanos, aunque el fondo del asunto revela un panorama aún complejo para los migrantes. La palabra clave: remesas, símbolo de esfuerzo y sostén de miles de hogares en México.
Un avance, pero no una victoria total
El embajador de México en Estados Unidos, Esteban Moctezuma Barragán, celebró la decisión de la Cámara de Representantes como “un importante avance” en la defensa económica de los migrantes. La medida forma parte del paquete de reconciliación fiscal aprobado por el Congreso estadounidense, que aún deberá superar el filtro del Senado.
El recorte del gravamen del 5% al 3.5% alivia en parte la carga que implica enviar dinero fuera de territorio estadounidense, pero mantiene vigente una medida que muchos consideran discriminatoria.
“Este es un primer importante avance para la defensa de la economía de nuestros migrantes y sus familias”, escribió Moctezuma en su cuenta de X.
Remesas: motor económico y blanco político
El flujo vital desde EU hacia México
Las remesas representan uno de los principales ingresos para México, con cifras que superan los 63 mil millones de dólares anuales, según datos del Banco de México. Para miles de familias en el Caribe Mexicano y el sur del país, estos envíos son la única fuente de ingresos constantes.
En estados como Chiapas, Oaxaca, Yucatán y Quintana Roo, el dinero enviado por migrantes sostiene economías enteras, dinamiza el comercio local y alivia la pobreza. De ahí la preocupación por cualquier medida que amenace su flujo.
Contexto político de la medida
El impuesto fue aprobado como parte del megaproyecto fiscal impulsado por el expresidente Donald Trump, que incluye también recortes a programas sociales como Medicaid y subsidios a energías limpias.
La reducción de impuestos a las grandes empresas se compensa, en parte, con este nuevo gravamen a las remesas. Para muchos, se trata de una medida regresiva que carga sobre los hombros de los más vulnerables el peso del ajuste.
La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, ha calificado la medida como “una injusticia” y “discriminatoria”, reafirmando la postura del gobierno mexicano en contra del cobro.
Posiciones encontradas: ¿avance o retroceso?
Andrea Chávez celebra el cambio
Andrea Chávez, senadora de Morena, celebró la reducción del impuesto, destacando el esfuerzo del grupo plural que viajó a Washington para defender los intereses de los migrantes.
“La disminución representa un gran avance para nuestros hermanos migrantes que se dejan la piel levantando dos países”, escribió en su cuenta de X.
Chávez forma parte de la nueva generación de legisladores que han impulsado una diplomacia activa en temas migratorios, apostando por la interlocución directa con congresistas estadounidenses.
Clemente Castañeda lanza advertencia
Desde Movimiento Ciudadano, el senador Clemente Castañeda adoptó una postura más crítica. Reconoció el trabajo de las comisiones mexicanas, pero subrayó que aún no hay nada que celebrar.
“El impuesto de 3.5% a las remesas sigue siendo un duro golpe a las familias de México”, afirmó.
Su declaración enfatiza que la reducción no resuelve el fondo del problema: la existencia misma del impuesto. También alertó sobre el riesgo de que se normalice un tributo que debería considerarse injusto desde su concepción.
Lo que sigue: la batalla en el Senado estadounidense
Aunque el paquete fue aprobado por la Cámara de Representantes, su destino final aún depende del Senado, donde las correlaciones de fuerzas podrían cambiar el rumbo.
Los grupos de presión pro-migrantes, legisladores latinos y la diplomacia mexicana tienen una última oportunidad para revertir completamente el impuesto o mitigar sus efectos mediante mecanismos alternos, como exenciones o devoluciones.
Más allá del impuesto: ¿protección estructural para los migrantes?
Este episodio revive una discusión pendiente: la vulnerabilidad legal y fiscal de los migrantes mexicanos en Estados Unidos. A pesar de su impacto económico, siguen siendo sujetos expuestos a cambios políticos que afectan su estabilidad financiera.
México deberá considerar estrategias a largo plazo:
- Creación de fondos de apoyo para contrarrestar impuestos a remesas
- Promoción de cuentas bancarias binacionales con menor carga tributaria
- Fortalecimiento de la banca de desarrollo para canalizar remesas productivas
- Diplomacia financiera desde los consulados
El reto no termina con una reducción
La reducción del impuesto a las remesas del 5% al 3.5% es un alivio, pero no una victoria definitiva. Representa una pausa en una ofensiva fiscal que podría recrudecerse según los vientos políticos en Washington.
Para México y su comunidad migrante, el desafío es mayor: asegurar que el dinero enviado con esfuerzo desde el extranjero llegue completo a sus destinatarios, sin castigos ni penalizaciones. Porque cada dólar remitido es un acto de resistencia y un testimonio de amor