
Presas bajo presión: la sequía que no se va del todo
A pesar del optimismo oficial, la sequía persiste en Michoacán. Las principales presas del estado operan a media capacidad justo antes del inicio de la temporada de lluvias. Una advertencia silenciosa que se cruza con la vida cotidiana de millones.
Un 2024 seco, un 2025 incierto: así llegan las presas michoacanas
El panorama hídrico en Michoacán arrastra las consecuencias de uno de los años más secos en su historia reciente. Durante los primeros cinco meses de 2024, el estado enfrentó una sequía severa, y aunque los pronósticos para 2025 apuntan a una recuperación moderada, los niveles actuales de almacenamiento de agua reflejan una situación aún crítica.
Presas al 50%: el promedio que preocupa
Según el Servicio Meteorológico Nacional y datos de la Conagua, las 22 principales presas de Michoacán están, en promedio, al 50% de su capacidad. Esta cifra no solo evidencia la falta de lluvias en meses anteriores, sino que pone en alerta a las autoridades locales de cara a la próxima temporada pluvial, prevista para iniciar a mediados de mayo.
Entre los embalses más afectados destacan:
- Sistema Cutzamala: 45%
- Presa de Infiernillo: 45%
- Francisco J. Múgica: 45%
En contraste, la presa de Cointzio, que abastece a más del 60% de la ciudad de Morelia, se encuentra en mejores condiciones con un nivel del 65%. Esta diferencia es clave, ya que el impacto directo en el abasto urbano podría ser más manejable, al menos en el corto plazo.
Lagos: resiliencia en medio del retroceso
Además de las presas, los lagos michoacanos han sido una señal viva de las consecuencias de la crisis hídrica. Algunos han mostrado señales de recuperación, otros siguen atrapados en ciclos de deterioro ambiental y abandono estructural.
Lago de Cuitzeo: entre encharcamientos y centímetros
El lago de Cuitzeo, el segundo más grande del país, continúa siendo uno de los más golpeados por la falta de agua. En palabras del gobernador Alfredo Ramírez Bedolla, solo presenta encharcamientos al poniente y un nivel de 40 centímetros al oriente. Aunque esa cifra muestra una leve mejora respecto al año pasado, aún está lejos de representar una recuperación real.
Lago de Pátzcuaro: señales de vida desde los manantiales
El lago de Pátzcuaro ofrece un mejor panorama. Sus embarcaderos continúan en funcionamiento y la isla de Janitzio mantiene un nivel de agua aceptable. Lo más relevante es la recuperación de 30 manantiales, un hecho que no solo ayuda a la sostenibilidad del embalse, sino que también revitaliza la dinámica económica y turística de la región.
En Urandén, otro punto vital del ecosistema lacustre, 13 manantiales también han vuelto a la vida, resultado de acciones combinadas entre gobierno federal, comuneros y brigadas de conservación.
Dragado, reforestación y empleo temporal: acciones contra reloj
Uno de los esfuerzos más relevantes para mitigar los efectos de la sequía ha sido el programa de conservación impulsado por el gobierno estatal y federal. A través de acciones de dragado, limpieza de manantiales y reforestación, se busca mantener la funcionalidad hídrica de los lagos y presas.
Comuneros al frente
Cerca de 800 comuneros han sido incorporados a estas labores bajo el esquema de empleo temporal, una estrategia que no solo enfrenta el problema del agua, sino que también tiene un impacto positivo en la economía local. El enfoque territorial de estas acciones permite que el conocimiento y experiencia de las comunidades ribereñas sean integrados en las soluciones.
Zirahúen: el agua está, pero no es potable
El lago de Zirahúen, aunque mantiene sus niveles hídricos con profundidades de entre 50 y 70 metros, enfrenta un problema diferente: la contaminación. Las descargas de insecticidas, el uso intensivo de químicos y el cambio de uso de suelo han degradado la calidad del agua.
Esta situación revela otra cara de la crisis ambiental: no basta con tener agua, si esta no es apta para consumo o conservación. La protección del lago de Zirahúen exige una estrategia de saneamiento urgente que involucre tanto a autoridades como a productores agrícolas locales.
¿Y las lluvias? Pronósticos y precauciones
De acuerdo con los modelos meteorológicos, la temporada de lluvias 2025 iniciará en la segunda quincena de mayo y se extenderá hasta septiembre. Sin embargo, el pronóstico advierte que no será una temporada abundante, como la vivida en 2024.
Humedad suficiente, pero no salvadora
El gobernador Bedolla ha señalado que las lluvias previstas “mantendrán un buen nivel de humedad”, lo que ayudaría a estabilizar los cuerpos de agua, pero no representa una solución estructural. La escasez seguirá siendo un tema de atención prioritaria en lo que resta del año.
Entre la esperanza y la vulnerabilidad hídrica
Michoacán enfrenta una situación dual: por un lado, esfuerzos visibles y comunitarios han permitido sostener algunos cuerpos de agua estratégicos; por el otro, el bajo nivel de presas y la degradación ambiental siguen amenazando el equilibrio hídrico del estado.
Las lluvias que se avecinan podrían estabilizar temporalmente los niveles, pero no bastan para revertir años de sequías recurrentes, sobreexplotación y descuido ambiental. La gestión hídrica en Michoacán debe pasar del manejo reactivo a una política estructural de largo plazo que garantice agua para las ciudades, la agricultura y los ecosistemas.