
Las pre-precampañas rumbo al 2027 no han estado exentas de guerra sucia y fuego amigo.
De hecho, estos componentes —que casi siempre van de la mano— son cada vez más visibles en el proselitismo adelantado, sobre todo en las benditas redes sociales.
Y no hablamos solo de la gubernatura, sino de todos los cargos en juego: presidencias municipales, diputaciones locales y federales.
En esa competencia sin árbitro, Ana Patricia Peralta, alcaldesa de Benito Juárez, quedó en medio de una despiadada metralla política por la proposición de desincorporar predios del patrimonio municipal para financiar obras en zonas ejidales regularizadas de Alfredo V. Bonfil.
El escándalo estalló cuando en la lista de predios “vendibles” aparecieron los lotes aledaños a Playa Marlín. La operación política con regidores estuvo a cargo del secretario del Ayuntamiento, Pablo Gutiérrez.
El desastre fue mayúsculo. No solo se fracturó el bloque Morena–PVEM–PT, con al menos tres regidoras de Morena que rechazaron los argumentos del “operador” Gutiérrez, sino que la alcaldesa quedó en medio del fuego cruzado, señalada como la “principal culpable”.
Aunque la operación no se concretó y todo quedó en el llamado “precabildeo”, los ataques no cesaron. Hasta, hubo señalamientos de que Ana Paty ya estaba fuera de la contienda por la gubernatura.
Lo cierto es que la ofensiva desmedida contra ella tiene todo el tufo de guerra sucia, con fuego amigo incluido.
Y claro, el fuego amigo es inevitable, sobre todo cuando hay una contienda sin reglas… y con los dados precargados.