
Francisco J. Rosado May
fjrmay@hotmail.com
Las noticias que recibieron mucha atención la semana pasada fueron sobre el campo de adiestramiento y exterminio en Teuchitlán, Jalisco, y el movimiento en contra de la reforma del ISSSTE. El segundo tema es materia de esta entrega.
La Presidenta ya retiró la iniciativa de reforma que había turnado al Congreso el pasado 7 de febrero. Lo confirmó el mismo Congreso y la SEP. Esta era una de las peticiones que motivaron la huelga que inició como unas 2 semanas atrás. También el gobierno ha manifestado su acuerdo con mantener los 28 y 30 años de servicio para la jubilación de mujeres y hombres respectivamente, otra de las demandas. Asimismo, el gobierno ha manifestado que sería posible no usar UMAS y en su lugar usar, como piden los derechohabientes del ISSSTE, el salario mínimo para el cálculo del pago de la pensión. Esta también era otro asunto en el pliego petitorio y motivo de manifestaciones.
Y sin embargo la CNTE declaró tres días de paro nacional, el cual prácticamente venció el viernes pasado, pero no hay indicios de reanudación de clases. Se habla de una huelga indefinida. ¿Qué pasa?
Enseguida se describe la percepción de uno de los temas más sensibles, entre los manifestantes. Se trata del monto de la pensión y su origen. En 2007 se hizo una reforma a la ley del ISSSTE y, argumentando que la economía no garantizaba la sostenibilidad de seguir pagando pensión con base en el sueldo último (más o menos), se implementaron las Afores. Solo los trabajadores que seguían cotizando en el régimen anterior o que decidieron no aceptar el sistema de Afores, podrían mantener la pensión con base en el salario último. Aquellos que fueron contratados después de la reforma a la ley del ISSSTE o que aceptaron la Afore, al jubilarse su pensión se calculaba con base en lo que la Afore tenga registrado. El movimiento actual demuestra que no se implementó bien la reforma del 2007.
En muchos, demasiados, casos, ni siquiera preguntaron a los trabajadores si querían mantener el régimen anterior o adoptaban el régimen de Afores, simplemente los metieron a una Afore. En los primeros años esto parecía no tener problemas, pero cuando el número de jubilaciones aumentó y se notó la diferencia de percepción económica entonces el problema no sería solo para los jubilados sino para todos los trabajadores que no estaban jubilados y los de nueva contratación. ¡Por supuesto que hay descontento social!
No solo eso, en el sistema de Afores la persona puede tener un buen monto mensual de pensión, pero necesitaría haber ahorrado con sus propios ingresos; el Estado se quitó ahí una responsabilidad, la trasladó al trabajador. Una persona promedio sin haber entendido la situación adecuadamente y, sobre todo, sin tener la capacidad de ahorro, por supuesto que recibiría una pensión baja. Pero hay más. La Afore es manejada por una organización privada, como los bancos, quienes en sus estrategias de negocios buscan convencer al trabajador a que su dinero lo invierta en alguna bolsa. Muchos de los que se arriesgaron terminaron perdiendo dinero. ¡Por supuesto que hay descontento social! Todo esto sin mencionar la situación de condiciones de trabajo, plantillas no reconocidas, etc.
La solución no es fácil. Por un lado, la economía no pinta bien. De acuerdo con varios pronósticos, si bien nos va tendremos un crecimiento entre 0.0 y 0.6 % del PIB, o sea casi nada. Por otro lado, nos sigue lacerando la combinación de corrupción con incapacidad, ineptitud e impunidad. Se necesita un cambio estructural de fondo y una verdadera cruzada de unidad nacional.
Es cuanto.