Mientras la presidenta de Morena, Johana Acosta, se dispone a celebrar una asamblea o algo parecido para calmar a los acelerados, las cosas se salen de control cada vez más en todos los frentes donde están en disputa candidaturas para 2027.
Ya no solo se trata de recorridos en colonias populares o comunidades rurales, ni de la publicidad pautada en Facebook. Ese tipo de pre-precampaña ya es “lo de menos”.
En los últimos días también se ha recrudecido la guerra sucia. Ahora la meta no parece ser ser más popular, sino desprestigiar la imagen del adversario. No juntar likes, sino lanzar lodo a discreción.
Por si fuera poco, el tipo de “mensajes” y el perfil de los mensajeros recuerdan al estilo de Roberto contra Carlos Joaquín.
La “estrategia” de la guerra sucia estaría motivada por un cambio de señales para aspirantes y “suspirantes”. Ha trascendido que no habrá encuestas, sino valoración política.
En esta lógica, el objetivo es manchar la imagen del rival a efecto de que quienes hagan la valoración lo descalifiquen a partir de señalamientos en medios y redes.
Por lo pronto, la tarea de Johana Acosta se pone cada vez más de color de hormiga.
¿Podrá poner orden la presidenta de Morena ante los adelantados y, ahora, el fuego amigo?