
El nuevo intento de venta de lotes adyacentes a Playa Marlín fue una secuencia de despropósitos, en particular en la operación política.
De entrada, el rechazo a la concesión y venta de estos lotes ha sido una bandera histórica de la izquierda local, e incluso de Morena, cuando el partido guinda estaba más comprometido con sus principios.
Sin embargo, la operación llevada a cabo el martes por la noche, en lo que se conoce como “precabildeo”, fue un desastre de principio a fin.
Al frente estuvo el secretario del Ayuntamiento, Pablo Gutiérrez, quien en cada asunto “difícil” parece confirmar que el encargo le sigue quedando grande.
Se pretendía que la venta se resolviera fast track, en cuestión de una tarde, pese a ser un asunto complicado y con enredos acumulados por casi tres décadas.
La motivación oficial era obtener recursos para diversas obras, particularmente de pavimentación en colonias irregulares del ejido Alfredo V. Bonfil.
Sin embargo, no hay documento que al menos encamine a dar certeza jurídica pues se trata de colonias irregulares.
Tampoco, se presentó un listado de proyectos y menos un ´presupuesto de las obras que se prevén realizar en estos asentamientos del ejido de Bonfil.
Por otro lado, los lotes están concesionados a una empresa de Grupo Salinas, propiedad de Ricardo Salinas Pliego. La concesión vence hasta 2037. Tampoco había documento alguno que acreditara un posible acuerdo para rescindir el contrato con el magnate de la ultraderecha.
Y en las consideraciones, ni siquiera se presentó un avalúo de los lotes a vender en las inmediaciones de Playa Marlín.
El principal argumento de Pablo Gutiérrez fue:
“Denos su confianza.”