
El adiós de un símbolo: la historia detrás de la muerte de Pepe Mujica
A los 89 años, en su modesta chacra de Montevideo, falleció el expresidente uruguayo José “Pepe” Mujica, víctima de un cáncer de esófago en fase terminal. Su muerte marca el cierre de una era en la política latinoamericana.
El diagnóstico que anticipó la despedida
En abril de 2024, Mujica reveló públicamente que le habían detectado un tumor en el esófago. Para entonces, el político uruguayo ya arrastraba una serie de enfermedades crónicas, entre ellas una afección inmunológica que lo obligó a vivir con cuidados médicos permanentes durante más de dos décadas.
La noticia conmocionó a Uruguay y a la región. Mujica, lejos de buscar compasión, optó por la honestidad brutal: anunció que no se sometería a tratamientos agresivos y que prefería vivir sus últimos días con dignidad.
“Sinceramente, me estoy muriendo. Y el guerrero tiene derecho a su descanso”, dijo en enero de 2025.
La decisión, coherente con su vida austera, marcó el inicio de su despedida pública.
Cáncer de esófago y cuidados paliativos
El cáncer de esófago que le fue detectado se diseminó con rapidez. En diciembre de 2024, se le colocó un stent en el esófago para mejorar su calidad de vida, pero el deterioro era irreversible. En enero de 2025 ingresó a cuidados paliativos. El propio Mujica reconoció que su cuerpo no resistiría tratamientos como la radioterapia, debido a su edad avanzada y al desgaste de su sistema inmunológico.
El cáncer colonizó su hígado y otros órganos, reduciendo sus opciones médicas a cuidados de confort.
Un presidente atípico que conmovió al mundo
La muerte de Mujica no solo representa la pérdida de un político, sino de un referente moral en una región marcada por la corrupción, la ostentación y el populismo. Fue presidente de Uruguay entre 2010 y 2015, pero su impacto trascendió los límites de su país.
Conocido como “el presidente más pobre del mundo”, Mujica donó alrededor de 550 mil dólares de su salario a causas sociales y se negó a mudarse a la residencia oficial. Vivió siempre en su chacra de Rincón del Cerro, donde murió este 13 de mayo de 2025.
El legado anticonsumo y ético de Pepe Mujica
Mujica, exguerrillero tupamaro, pasó 15 años preso en condiciones inhumanas durante la dictadura uruguaya. Esa experiencia lo marcó para siempre, pero no lo convirtió en un hombre amargado. Al contrario, emergió como un defensor del humanismo y de la vida simple.
En una de sus últimas entrevistas dijo:
“Estuve añares preso, me pasó de todo, después fui presidente. Entonces tengo que gritarle gracias a la vida”.
Durante su mandato impulsó leyes progresistas como la legalización del matrimonio igualitario, la regulación de la marihuana y una política exterior basada en la no intervención y la cooperación regional.
La reacción de Uruguay y América Latina
El actual presidente de Uruguay, Yamandú Orsi, confirmó la noticia con un mensaje breve y sentido en redes sociales:
“Con profundo dolor comunicamos que falleció nuestro compañero Pepe Mujica… Te vamos a extrañar mucho Viejo querido”.
La publicación generó una ola de condolencias que rápidamente se viralizó en toda América Latina. Líderes de distintos espectros políticos reconocieron su papel como figura ética, incluyente y coherente.
La muerte de un símbolo vivo
El fallecimiento de Pepe Mujica es mucho más que la noticia de una pérdida. Es un recordatorio de que la política puede ser un acto de entrega genuina. Su vida es testimonio de que otro tipo de liderazgo es posible: austero, valiente, empático y profundamente humano.
En un continente muchas veces desgastado por la desigualdad y la desesperanza, Mujica representó la posibilidad de un camino distinto. Hoy, su muerte nos invita a reflexionar sobre la necesidad de líderes que no teman decir la verdad ni vivirla.