
La deuda de Pemex con empresas constructoras está arrastrando a muchas al borde del colapso.
En estados como Veracruz y Oaxaca, la falta de pago por parte de la petrolera pública afecta directamente a micro, pequeñas y medianas empresas que hoy luchan por sobrevivir.
Una deuda que asfixia a las mipymes del sureste
El monto oculto tras la crisis
Petróleos Mexicanos (Pemex) arrastra una deuda de mil millones de pesos exclusivamente con empresas afiliadas a la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción (CMIC), muchas de ellas mipymes establecidas en zonas estratégicas del sureste como Coatzacoalcos, Salina Cruz y Poza Rica.
Aunque la cifra representa apenas una fracción del pasivo total de la petrolera —que supera los 506 mil millones de pesos—, su impacto en el tejido empresarial regional es devastador.
“Son casi mil millones de pesos lo que le deben a las empresas constructoras”, declaró Luis Méndez Jaled, presidente nacional de la CMIC.
Estas cifras no provienen de estimaciones aleatorias, sino de reportes documentados que la propia CMIC ha solicitado de manera formal a sus agremiados. No obstante, el organismo aclara que los datos revelados este martes apenas representan una parte del adeudo total, ya que hay muchas otras constructoras afectadas que aún no han reportado su situación.
El epicentro: Veracruz y Oaxaca, en alerta roja
Municipios con obras detenidas y cadenas rotas
Los focos rojos se encienden principalmente en Salina Cruz, Coatzacoalcos, Minatitlán y Poza Rica, donde las constructoras trabajan, o trabajaban, en proyectos relacionados con infraestructura energética y logística. La falta de pagos ha provocado parálisis en obras públicas, despidos masivos, retrasos en pagos de nómina, y en muchos casos, el cierre técnico de pequeñas firmas que no pueden sostenerse sin flujo de efectivo.
El efecto dominó
- Proveedores de materiales, transportistas y contratistas locales también enfrentan la incertidumbre.
- Cadenas de suministro regionales están comprometidas por la falta de liquidez.
- La confianza en los contratos públicos se debilita, generando un ambiente hostil para la inversión.
Pemex: entre pagos selectivos y promesas sin resolver
¿Realmente están pagando?
La petrolera ha intentado justificar su posición asegurando que ha incrementado los pagos a mipymes durante el primer trimestre del año. En un comunicado reciente, Pemex afirmó que su deuda con proveedores bajó 20% al cierre de marzo de 2025, gracias a pagos por más de 152 mil millones de pesos.
Pero esa cifra global no refleja la realidad de las empresas afiliadas a la CMIC, muchas de las cuales siguen sin recibir un solo peso. Para estas constructoras, la narrativa oficial no cuadra con su experiencia diaria.
“Ya tenemos nombres de empresas al borde de la quiebra”, alertó Méndez Jaled, sin revelar identidades por razones de confidencialidad.
Un dilema estructural: la ineficiencia del modelo estatal
Empresas públicas con pérdidas
Pemex no es la única en crisis. La CMIC advierte que otras empresas estatales también reportaron pérdidas en el primer trimestre de 2025. En este contexto, se cuestiona la viabilidad financiera del modelo energético mexicano, que se basa en la preeminencia del Estado.
El retraso en pagos no es solo un problema de flujo: es reflejo de una estructura burocrática ineficiente, endeudada y sin capacidad de respuesta inmediata.
¿Oportunidad para la inversión privada?
La apertura que viene
Pese al panorama adverso, el líder de la CMIC considera que la crisis puede transformarse en una oportunidad si se permite la participación de la iniciativa privada en más proyectos de infraestructura. Esto implicaría una reforma sustancial del modelo actual, abriendo espacio para esquemas mixtos que reduzcan la carga financiera del Estado.
“Se abrirá espacio para la inversión privada en algunos proyectos”, señaló Méndez Jaled.
Esto supondría no solo un alivio fiscal, sino también una vía para rescatar a las mipymes que hoy se encuentran en la cuerda floja.
¿Qué está en juego?
Más que una deuda: la estabilidad del sector construcción
El adeudo de Pemex no solo afecta a un grupo de empresas: pone en riesgo a uno de los sectores clave para el desarrollo del país, especialmente en zonas marginadas del sureste mexicano, donde la construcción representa una fuente primordial de empleo e inversión local.
Si las mipymes caen, la capacidad del Estado para ejecutar obras públicas también se verá comprometida, generando una espiral negativa que afectará desde el crecimiento económico hasta la estabilidad social.
La urgencia de una respuesta política y estructural
El caso Pemex-CMIC no es un episodio aislado, sino el síntoma de una enfermedad más profunda: el desfase entre las promesas del Estado y su capacidad real de cumplir con los actores productivos del país.
Mientras se multiplican los discursos sobre soberanía energética y desarrollo regional, las mipymes constructoras —las verdaderas ejecutoras del desarrollo— están siendo ignoradas.
La urgencia no es solo pagar: es repensar el modelo de contratación pública, profesionalizar la gestión financiera y establecer mecanismos de transparencia que garanticen que las empresas no trabajen “a crédito eterno”.