
Cuando el humo blanco se elevó sobre la Capilla Sixtina, el mundo supo que algo inédito acababa de ocurrir: la Iglesia católica eligió por primera vez a un papa estadounidense. Pero Robert Francis Prevost, ahora León XIV, no representa el triunfo del poder imperial, sino el eco de Francisco en clave norteamericana.
León XIV: continuidad franciscana con acento latinoamericano
El legado de Francisco no murió con él
La muerte del papa Francisco, el pasado 21 de abril, marcó el fin de una era. Sin embargo, la elección de su sucesor, Robert Francis Prevost, reafirmó que las reformas del primer papa latinoamericano no se extinguirán fácilmente. Prevost, ahora León XIV, fue su aliado cercano, su brazo pastoral en América Latina y, sobre todo, un defensor de la Iglesia de los márgenes.
Un estadounidense con corazón latino
Aunque nació en Estados Unidos y comparte nacionalidad con Donald Trump, León XIV representa un paradigma distinto. Su vida pastoral en Perú, su formación en valores interculturales y su cercanía con las comunidades excluidas lo convierten en una figura que rompe con el nacionalismo conservador.
Este contraste es vital: en un contexto donde Trump busca apropiarse simbólicamente del papado —como lo mostró la imagen generada por IA en la que se retrata a sí mismo como pontífice—, la figura de León XIV emerge como una respuesta eclesial contundente: la espiritualidad no está al servicio del espectáculo político.
Un liderazgo que interpela a Trump
De la periferia al Vaticano
La trayectoria de Robert Francis Prevost no solo responde a una vocación pastoral. Es también una narrativa de disidencia frente a las estructuras de poder. Su cercanía con Francisco, quien lo nombró prefecto del Dicasterio para los Obispos en 2023, consolidó su perfil como un reformador moderado y un defensor del modelo sinodal.
El mensaje es claro: León XIV no será un papa funcional al poder político, mucho menos al populismo de derecha. Su visión de Iglesia —inclusiva, descentralizada y cercana a los pobres— es, en términos prácticos, la antítesis del ideario trumpista.
La némesis espiritual del trumpismo
Lo advirtió José Manuel Vidal antes de su elección: Prevost podría ser “la némesis de Trump”. Nacido en Norteamérica, hijo de madre española y con corazón latinoamericano, representa una síntesis inédita de culturas y visiones que lo colocan como una figura incómoda para los intereses del expresidente.
Mientras Trump utiliza la religión como herramienta de propaganda —llegando incluso a declararse aspirante al papado en tono jocoso pero significativo—, León XIV devuelve al Vaticano un rostro de humildad pastoral.
El gesto político detrás de una felicitación
Trump felicita, pero el mensaje es ambivalente
Tras conocerse la elección de León XIV, Trump no tardó en reaccionar. Desde su cuenta en Truth Social, lo felicitó efusivamente, destacando que era un “gran honor” para Estados Unidos contar con un papa originario de su país.
Pero esta felicitación, lejos de sellar una alianza, es leída por muchos como un acto preventivo. Trump busca capitalizar simbólicamente la elección del nuevo papa, pero el contenido ideológico de León XIV lo coloca en un campo claramente divergente.
La Iglesia como frontera de resistencia
La tensión entre el poder político estadounidense y el liderazgo eclesial no es nueva. Pero en el caso de León XIV, se hace más explícita. No solo por sus raíces sino por sus convicciones. El nuevo pontífice se formó en la vida religiosa agustina, marcada por el discernimiento, la humildad y el servicio.
En este sentido, su figura es vista como un contrapeso espiritual, no solo a Trump, sino al auge de los liderazgos autoritarios y mesiánicos en el mundo occidental.
Una Iglesia en disputa simbólica
¿Qué significa que el papa sea estadounidense?
Que el primer papa estadounidense no sea conservador ni nacionalista es una paradoja para muchos. Pero esa misma contradicción es el mensaje. En tiempos donde la polarización ha invadido todos los espacios —incluido el religioso—, la elección de León XIV puede leerse como un llamado a romper dicotomías.
En lugar de encarnar el poder imperial, el nuevo papa abraza la diversidad. En lugar de aliarse con el poder, opta por la periferia. Y en lugar de confrontar desde el dogma, dialoga desde la compasión.
¿Puede León XIV ser puente entre dos Américas?
Uno de los mayores desafíos del nuevo pontificado será precisamente su rol como mediador. Como hijo de madre española, nacido en Chicago y con décadas de trabajo pastoral en Perú, León XIV representa un puente potencial entre el Norte y el Sur, entre el poder y la periferia.
Este enfoque podría tener un impacto profundo en la geopolítica religiosa de América, donde las tensiones migratorias, económicas y sociales han puesto a prueba a las instituciones tradicionales, incluida la Iglesia.
El papa que incomoda al poder
La elección de León XIV no es solo un evento eclesial, sino un movimiento geopolítico y simbólico. Frente al espectáculo de poder que representa Donald Trump, este papa propone una Iglesia centrada en el diálogo, la justicia y los excluidos.
En un mundo donde los liderazgos autoritarios buscan ocupar todos los espacios de sentido, la voz de León XIV puede convertirse en una brújula espiritual y política. No como antagonista personal, sino como testimonio vivo de que otra forma de ejercer la autoridad —más humana, más cercana, más comprometida— es posible.