
El 16 de mayo de 2025 murió Mariano Azuela Güitrón, figura clave en la historia jurídica de México. Su fallecimiento a los 89 años no solo conmocionó a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, sino que marcó el fin de una etapa definitoria del Poder Judicial.
Azuela no fue un ministro más. Su nombre está ligado a las transformaciones institucionales más relevantes del México contemporáneo. Fue educador, reformista, intérprete de la Constitución y, sobre todo, un defensor inquebrantable de la independencia judicial.
Formación y vocación: entre la docencia y la judicatura
Desde sus años como estudiante en la Facultad de Derecho de la UNAM (1954-1958), Mariano Azuela mostró una clara vocación jurídica y educativa. Obtuvo su título en 1959, y tan solo un año después ya formaba parte del máximo tribunal como secretario de Estudio y Cuenta.
Su carrera académica inició en 1957 y se consolidó en instituciones de renombre como la Universidad Iberoamericana, donde fue Profesor Emérito desde 1992, y la Universidad Panamericana. A lo largo de cinco décadas, formó a generaciones enteras de juristas, cultivando una ética profesional centrada en el equilibrio, el rigor y el compromiso social.
Su formación estuvo influenciada por un entorno familiar con profunda fe religiosa y una noción clara del deber moral, elementos que más adelante marcarían su actuación judicial con valores como la verdad, el perdón y la generosidad.
El ascenso judicial: del Tribunal Fiscal a la SCJN
Azuela tuvo una carrera ascendente en la judicatura, comenzando en 1971 como magistrado del Tribunal Fiscal de la Federación. En 1981 fue nombrado su presidente y lideró una relevante reforma en 1978 que consolidó la autonomía y eficiencia de dicho órgano.
Su llegada a la SCJN ocurrió en mayo de 1983, de la mano del presidente Miguel de la Madrid. La Corte aún era distinta a la actual: amplia, opaca y con una débil percepción pública. Pero en 1994, una reforma estructural la redujo y rediseñó, reforzando su independencia y función constitucional.
Azuela no solo sobrevivió a esa transformación: fue parte activa de ella. Permaneció como Ministro en la Segunda Sala y luego, de 2003 a 2007, como Presidente de la SCJN. Fue, literalmente, un puente entre tres épocas de la Corte.
Mariano Azuela como Presidente de la Suprema Corte (2003-2007)
Liderazgo institucional en tiempos de cambio
Azuela asumió la presidencia del Poder Judicial Federal en 2003, con la encomienda de consolidar las reformas de una década anterior. Su administración se caracterizó por la promoción de valores como la transparencia, la modernización administrativa y el acercamiento con la ciudadanía.
Impulsó medidas para agilizar procesos, optimizar la estructura interna y mejorar la rendición de cuentas. Su énfasis estuvo en mostrar que la justicia no debía ser lejana, técnica e ininteligible, sino un servicio público comprensible y abierto.
El Canal Judicial: innovación desde la Corte
Uno de los legados más tangibles de su presidencia es la creación del Canal Judicial en 2006. A través de esta plataforma, se transmitieron sesiones públicas, entrevistas, debates jurídicos y contenido formativo. El objetivo fue democratizar el conocimiento jurídico y transparentar las decisiones del máximo tribunal.
Esta fue una jugada estratégica que anticipó la actual demanda ciudadana de instituciones más abiertas y auditables.
El desafuero de AMLO: cuando el derecho se cruza con la política
Uno de los momentos más tensos de su gestión fue el caso del desafuero de Andrés Manuel López Obrador en 2005, entonces Jefe de Gobierno del Distrito Federal.
Aunque formalmente no participó como juzgador, su rol como presidente del Consejo de la Judicatura Federal lo colocó en el centro del huracán. Años después, reconoció haber sostenido reuniones con miembros del gabinete federal, pero afirmó haber actuado conforme a la Constitución.
Esta confesión —“me puse del lado de la Constitución”— revela la compleja posición de los altos jueces ante crisis políticas: ni completamente aislados ni completamente protagonistas. La independencia judicial, uno de sus valores fundamentales, se puso a prueba frente a los reflectores públicos.
Jurisprudencia y doctrina: pensamiento vivo desde la Corte
Mariano Azuela fue más que un juez técnico. Fue un creador de criterios, un articulador del derecho en movimiento.
Entre sus contribuciones más relevantes están:
- Contradicción de Tesis 40/2001-PL: sostuvo que la administración pública no está obligada a seguir jurisprudencia, sino la ley vigente.
- Contradicción de Tesis 6/2002: estableció que los tribunales administrativos sí deben aplicar jurisprudencia cuando se declara inconstitucional una norma.
Estos fallos delinean su visión del Estado de derecho: una estructura clara de jerarquías, competencias y límites.
Asimismo, en su voto particular en el amparo 180/88, defendió la idea de que las normas procesales deben interpretarse para facilitar el acceso a la justicia, no para bloquearlo. Esta postura humanista refuerza su perfil de juzgador garantista.
Pensamiento académico: ética, derecho y sociedad
Azuela no solo decidió sentencias, también escribió libros. Su obra intelectual es vasta y diversa. Entre los títulos más representativos se encuentran:
- Los Jueces frente a su Independencia (2009)
- Independencia y Autonomía del Poder Judicial Federal (1993)
- Derecho, Sociedad y Estado
- La Suprema Corte de Justicia y el Derecho a la Vida (2002, coautor)
- La Constitución Comentada
- El derecho de familia y la libertad religiosa (1995)
Estas obras no solo abordan aspectos técnicos del derecho, sino que reflexionan sobre la función social del juez, la ética profesional y los límites del poder.
Para Azuela, el derecho era un medio para alcanzar la paz, la justicia y la felicidad social, como él mismo lo expresó. Esta idea lo colocó en una tradición jurídica que ve en la ley un instrumento para la dignidad humana, no solo un conjunto de reglas.
Filosofía judicial: la búsqueda del equilibrio
Uno de los rasgos más citados de su personalidad judicial fue su temperamento equilibrado.
Lejos de extremos ideológicos, Azuela practicó una jurisprudencia de centro: respetuoso del precedente, pero abierto a cambios razonables; defensor de la Constitución, pero sensible al contexto social.
Fue llamado una “fiera generadora de tesis” por su capacidad argumentativa, y un “celoso guardián de lo que debe permanecer”, por su apego a los principios constitucionales.
Un legado de múltiples dimensiones
El legado de Mariano Azuela Güitrón se manifiesta en varias esferas:
- Judicial: miles de criterios, sentencias y decisiones que siguen siendo referencia.
- Institucional: modernización, transparencia y construcción de cultura judicial.
- Académica: enseñanza constante y obra escrita sólida y vigente.
- Ética: ejemplo de independencia, honestidad y compromiso moral.
- Humana: liderazgo sereno, respeto a colegas y formación de discípulos.
Incluso tras su retiro, su influencia persistió en la Corte, en las universidades y en los debates sobre el rol del juez en una democracia constitucional.
El último gran juez del siglo XX mexicano
La vida de Mariano Azuela Güitrón es el retrato de un jurista integral: técnico, filósofo, pedagogo, reformador y ser humano con conciencia espiritual.
Su legado reside en cada estudiante que formó, en cada resolución que escribió, en cada reforma que encabezó. Fue testigo y partícipe de la transición judicial mexicana, y uno de los pocos que pudo mantenerse vigente durante más de cuatro décadas sin perder autoridad ni coherencia.
En tiempos de polarización, su figura ofrece una referencia de equilibrio judicial, algo cada vez más necesario en el México contemporáneo.
Azuela no fue un reformista radical, pero sí un arquitecto prudente del cambio institucional. Y eso, en una democracia, es una hazaña mayor.