
Las calles de Culiacán volvieron a ser testigos del dolor y la resistencia. En vísperas del Día del Niño, familias enteras alzaron la voz para exigir justicia por sus desaparecidos y denunciar cómo la violencia está destrozando la infancia en Sinaloa.
El dolor de los pequeños: infancia marcada por la ausencia
Culiacán marcha entre ausencias
El pasado lunes, en medio del sofocante calor sinaloense, decenas de personas marcharon desde un centro comercial del sector Tres Ríos hasta la Fiscalía General del Estado. No era una protesta más: era una procesión de duelo, esperanza y exigencia.
Con fotografías en mano, niños y adultos portaban carteles que preguntaban “¿Dónde está mi papá?” o reclamaban “Queremos a mamá de regreso”. La palabra clave en sus rostros era “presencia”: la necesidad de volver a ver a quienes un día se llevaron y nunca regresaron.
El impacto invisible sobre la infancia
En la antesala del Día del Niño, la marcha quiso hacer visible un drama que rara vez ocupa titulares: cómo la desaparición forzada desgarra también a los niños. No solo pierden a un ser querido, sino que heredan un dolor profundo y silencioso.
Estudios sobre niñez en contextos de violencia en México advierten que estos niños enfrentan altos riesgos de abandono escolar, problemas emocionales y estigmatización social. Sinaloa no es la excepción.
Una herida que no cierra
Los carteles pintados a mano y las pequeñas voces reclamando justicia recordaron que la desaparición no sólo afecta al presente, sino también condiciona el futuro de generaciones enteras.
La crisis de desapariciones en Sinaloa
Un problema que persiste
Sinaloa figura entre los estados con alta incidencia de desapariciones forzadas en México. Según datos oficiales, miles de personas permanecen en calidad de desaparecidas, y los esfuerzos institucionales para localizarlas siguen siendo insuficientes.
La Fiscalía General del Estado ha recibido constantes señalamientos por su lentitud y falta de resultados. Las familias, desesperadas, han tenido que organizarse en colectivos de búsqueda, arriesgando su vida en el proceso.
Niños que crecen buscando
El fenómeno ha originado una generación de niños y adolescentes cuya vida gira en torno a la búsqueda de un padre, una madre o un hermano desaparecido. Lejos de vivir una infancia tranquila, muchos de ellos acompañan a sus familiares en marchas, rastreos y plantones.
El peso del silencio oficial
Pese a las reiteradas exigencias, la respuesta institucional ha sido mínima. Las madres buscadoras, muchas de ellas acompañadas por sus hijos pequeños, enfrentan no solo la indiferencia sino también el miedo y las amenazas.
El papel de la sociedad: indiferencia o solidaridad
Una deuda moral con la infancia
La marcha en Culiacán no solo interpeló a las autoridades, sino también a la sociedad civil. ¿Cuántas veces hemos visto pasar una protesta sin detenernos a preguntar el motivo? Cada niño que caminó en esta manifestación es una llamada de atención.
El poder de la memoria
Los niños que participaron también enseñaron que la memoria es una forma de resistencia. Con dibujos, mensajes y cantos, dejaron claro que recordar a sus seres queridos es también una manera de luchar contra la impunidad.
El desafío de no normalizar la violencia
Cuando la desaparición forzada se vuelve paisaje, el riesgo es que se normalice. La participación infantil en marchas como esta recuerda que no debemos permitirlo: cada desaparición debe doler, debe indignar, debe mover a la acción.
El futuro que está en juego
La marcha en Culiacán, encabezada por niños y niñas que claman por sus familiares desaparecidos, fue un recordatorio doloroso de que la violencia no solo arrebata vidas, sino también la posibilidad de una infancia plena.
Cada cartel, cada fotografía y cada pequeña mano alzada exigía algo más que la localización de un ser querido: demandaba el derecho a vivir sin miedo, a crecer sin ausencias forzadas, a soñar con un futuro distinto.
Hoy, más que nunca, Culiacán y Sinaloa entero deben escuchar esas voces pequeñas pero poderosas, porque en ellas se juega la posibilidad de un mañana menos oscuro.