
Dos asesinatos sacudieron la capital. La violencia, otra vez, se volvió bandera política. Morena y PRI cruzan acusaciones mientras las familias entierran a sus muertos.
El crimen que detonó el conflicto político
El 20 de mayo de 2025, la Ciudad de México vivió una jornada marcada por la violencia. Dos colaboradores cercanos a Clara Brugada —Ximena Guzmán y José Muñoz— fueron asesinados a plena luz del día en la alcaldía Benito Juárez. El ataque fue directo: dos sujetos en motocicleta abrieron fuego contra el vehículo en el que se trasladaban.
La reacción institucional fue inmediata, pero el debate público no tardó en politizarse. El líder nacional del PRI, Alejandro “Alito” Moreno, acusó directamente al gobierno de Morena por “fracasar en garantizar la seguridad”, y usó el incidente como ejemplo del supuesto “descontrol” que vive el país.
Del otro lado, la presidenta nacional de Morena, Luisa María Alcalde, reviró con dureza: calificó a la oposición de “carroñera” y les recriminó convertir el dolor ajeno en narrativa electoral.
Morena y PRI: un duelo de discursos en redes
Alito Moreno: “México es un cementerio”
En un mensaje publicado en la red social ‘X’, Moreno desató una tormenta política:
“México está bañado en sangre. México es un cementerio. (…) El gobierno de Morena ha abandonado a las familias mexicanas.”
El dirigente priista acusó una “estrategia fallida” en seguridad y responsabilizó directamente a las autoridades morenistas por no garantizar la integridad de sus propios colaboradores. Su postura conectó con una narrativa sostenida desde la oposición: el país está desbordado por la violencia y el gobierno actual no tiene respuestas.
Luisa Alcalde: “No lucren con el dolor”
La reacción de Luisa Alcalde fue frontal. Desde el primer momento, denunció que la oposición buscaba “lucrar con el sufrimiento humano” y desacreditó cualquier intento de sacar rédito político del asesinato.
“Condenamos la actitud de una oposición carroñera que adelanta e inventa (…) sin ningún sustento.”
Alcalde también señaló que los ataques carecían de pruebas y que los señalamientos eran irresponsables y temerarios, al tiempo que exigía respeto al duelo de las familias.
¿Mitin en el velorio? La denuncia que escaló la crisis
La confrontación no terminó ahí. En un nuevo mensaje, Moreno acusó a Morena de organizar una especie de acto político en el velorio de las víctimas:
“Mientras las familias enterraban a sus muertos, la bancada llevó porras al velorio como si fuera un mitin.”
Este señalamiento elevó la tensión: el debate dejó de ser sobre seguridad y se transformó en una acusación ética sobre cómo los partidos tratan la muerte y el dolor.
Moreno fue más allá: llamó “cínicos y cobardes” a los dirigentes de Morena y los señaló por gobernar “sin límites ni respeto”.
Seguridad, polarización y uso político de la tragedia
Este episodio revela una tendencia creciente en el panorama político mexicano: el uso inmediato de tragedias como instrumentos de confrontación.
El asesinato de colaboradores de figuras públicas, como en este caso de Clara Brugada, exjefa de Gobierno y figura clave en la estructura electoral de Morena, no solo refleja la vulnerabilidad de las estructuras políticas ante la violencia urbana. También evidencia cómo el discurso político tiende a apropiarse de las tragedias antes de que haya claridad en las investigaciones.
Este patrón también ha sido frecuente en otras regiones del país, como el sureste, donde candidatos, activistas y líderes sociales han sido víctimas de ataques, y cuyas muertes terminan siendo parte de la lucha discursiva, más que de una política pública efectiva.
El simbolismo de los nombres: Brugada, Alcalde, Alito
Los tres actores clave en esta historia representan líneas de fractura muy claras en el México político de 2025.
- Clara Brugada, como figura progresista y aspirante a mayor proyección, ha sido blanco de ataques mediáticos por su gestión y cercanía con el oficialismo.
- Luisa María Alcalde, ahora al frente de Morena, busca marcar un perfil más institucional y firme frente a las críticas.
- Alito Moreno, con una estrategia de confrontación permanente, busca reposicionar al PRI como un actor relevante en la disputa nacional, aunque a menudo lo hace desde la descalificación más frontal.
Este enfrentamiento en redes es más que una riña entre dirigentes: es reflejo del proceso de radicalización y polarización política que atraviesa al país rumbo a las próximas elecciones.
¿Qué está en juego?
La discusión de fondo sigue siendo la seguridad. La violencia en CDMX, en especial en zonas como la alcaldía Benito Juárez, tradicional bastión panista, plantea preguntas incómodas:
- ¿Hay una estrategia metropolitana de protección a actores políticos?
- ¿Están los crímenes conectados con el proceso electoral?
- ¿Quién gana y quién pierde cuando la tragedia se convierte en espectáculo político?
Por ahora, las respuestas son escasas. Pero lo cierto es que la confrontación mediática y el uso de redes sociales para fijar posiciones ante hechos violentos, marca el tono de la contienda que se avecina.
Cuando el duelo se convierte en discurso
El asesinato de Ximena Guzmán y José Muñoz no solo puso en evidencia la vulnerabilidad de actores cercanos al poder. También mostró cómo la política mexicana se ha vuelto incapaz de separar el dolor del oportunismo.
Morena y PRI se disputan el relato, pero las familias aún esperan justicia. Y los ciudadanos, respuestas.
Porque mientras los partidos se acusan de “carroñeros”, el país sigue contando muertos.