
De un momento a otro, corrió el rumor de que ya había una orden de aprehensión contra la exalcaldesa de Puerto Morelos y excandidata del PAN-PRD, Laura Fernández.
Y pues no sería raro. Este régimen tiene un talento especial para la ley… siempre y cuando se trate de opositores. Ahí están los casos de José Esquivel “Chak Me’ex”, Perla Tun, Emiliano Ramos, Francisco Puc Cen “Xiximac”, y hasta Filiberto Martínez.
Pero, en realidad, lo que pudo haber ocurrido con Laura Fernández en sus tiempo de alcaldesa de Puerto Morelos, queda opacado por el desbocada colección de tropelías de la actual alcaldesa, Blanca Merari Tzu y el “vicepresidente” de facto, operador político y financiero, Abraham Masegosa Raña, secretario particular de la primera edila.
Ahí es donde el discurso del combate a la corrupción se vuelve humo. El humanismo en Puerto Morelos se ha vuelto tan misericordioso… que hasta los expedientes duermen la siesta.
Denuncias penales contra doña Blanca hay, pero están más frías que el aire acondicionado de una oficina gubernamental. Mientras tanto, las denuncias contra opositores se desempolvaron como si fueran tesoros perdidos, incluso cuando ya habían prescrito.
Esta supuesta orden de aprehensión contra la exdiputada perredista huele más a cortina de humo que a justicia genuina. Si en verdad quisieran rendir cuentas al pasado prianista, alguien tendría que explicarnos por qué Carlos Joaquín sigue muy campante como embajador en Canadá… pero bueno, eso será para otra tragicomedia.
Lo que sí urge es mirar el presente. Lo que ocurre (y sigue ocurriendo) en Puerto Morelos no puede seguir en la lista de “luego vemos”. Aún es tiempo de remediar y prevenir, antes de que la “herencia” de la dupla Tziú–Masegosa se vuelva una especie de símbolo penoso del Bipartito.