El 7 de noviembre de 2025, el mundo científico despidió a James Watson a los 97 años, el biólogo que reveló el «secreto de la vida»: la estructura del ADN. Sin embargo, la noticia de su muerte James Watson controversia reaviva la tensión entre su contribución revolucionaria y el legado de prejuicios que lo llevaron a la caída en desgracia.
La doble hélice y el secreto de la vida
James Watson, el controvertido biólogo estadounidense, ascendió a los altares de la ciencia por su trabajo con su colega Francis Crick, con quien reveló en 1953 que la molécula que custodia el manual de instrucciones de los seres vivos tiene una forma de doble hélice. Esta configuración, que se asemeja a dos escaleras de caracol enroscadas, permite que el ADN haga copias heredables de sí mismo. El propio Watson proclamó que esta estructura extraordinaria era «el secreto de la vida».
El investigador, nacido en Chicago el 6 de abril de 1928, tenía solo 25 años cuando publicó el estudio que revolucionó la biología. Su curiosidad era evidente desde niño; a los 8 años ya se preguntaba por qué migran las aves. Obtuvo una beca para la Universidad de Chicago a los 15 años y se graduó en Zoología en 1947. Continuó su formación obteniendo un doctorado en Zoología en la Universidad de Indiana en Bloomington.
En la universidad, su interés por la genética creció, fascinándose por las estructuras tridimensionales de las moléculas. Se trasladó a Cambridge para continuar su investigación y en 1951 se unió al Laboratorio Cavendish, en Inglaterra. Allí conoció a Francis Crick y Maurice Wilkins, los hombres con quienes compartiría el Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1962.
En su discurso en el banquete Nobel, Watson recordó sobre acertar con la estructura: “Lo único que pudimos decir cuando lo conseguimos: ¡Es tan hermoso!”. Su descubrimiento revolucionario, publicado en la revista Nature, dio lugar al campo de la biología molecular. Más tarde en su carrera, Watson se convirtió en el primer director del innovador Proyecto Genoma Humano hasta 1992.
En 1968, asumió la dirección del Laboratorio Cold Spring Harbor en Long Island, Nueva York, una institución que transformó en un centro clave de investigación en biología molecular durante 25 años. Tres años después de ganar el Premio Nobel, Watson publicó el libro de texto Biología Molecular del Gen, uno de los textos de biología moderna más utilizados.
La conquista marginada: Rosalind Franklin
Watson y Crick dedujeron la misteriosa estructura del ADN tras observar las imágenes obtenidas por dos científicos, Rosalind Franklin y Maurice Wilkins, en el King’s College de Londres, gracias a la cristalografía de rayos X.
Una imagen de rayos X, obtenida en el laboratorio de Franklin y conocida como la Fotografía 51, ha pasado a la historia de la ciencia como clave para el descubrimiento de la enigmática estructura de doble hélice, mostrando la molécula de ADN con una nitidez sin precedentes. Sin embargo, Franklin, fallecida cuatro años antes del Nobel de 1962 por un cáncer de ovario, quedó marginada durante décadas de la historia oficial. Si bien el premio nunca se otorga póstumamente y Franklin nunca fue nominada, algunos en la comunidad científica consideran que su contribución fue ignorada.
El relato de Watson sobre los hechos, publicado en 1968 en sus memorias La doble hélice: un relato personal sobre el descubrimiento de la estructura del ADN, generó gran controversia. El estadounidense no solo minimizó el trabajo de Franklin, sino que hizo observaciones machistas sobre ella cuando ya llevaba una década muerta, preguntándose «qué aspecto tendría [Rosalind Franklin] si se quitase las gafas e hiciese algo distinto con su pelo”.
En el documental Decoding Watson, el biólogo afirmó que «Rosalind Franklin tuvo aquella famosa fotografía durante ocho meses y nunca concluyó que fuera una hélice”. No obstante, el historiador de la medicina Nathaniel Comfort y el zoólogo Matthew Cobb consultaron la documentación de la época y argumentaron en la revista Nature que la narrativa de Watson parte de una premisa absurda al presuponer que Franklin, una experta cristalógrafa, era incapaz de entender sus propios datos. Según Comfort y Cobb, la química fue la primera de los cuatro codescubridores que se percató de que en las moléculas de ADN había “grandes hélices con varias cadenas y con los fosfatos hacia el exterior”, algo que expuso en noviembre de 1951 en un seminario al que acudió James Watson.
El ocaso de un héroe: de la cumbre científica a la ignominia
James Watson falleció este jueves 7 de noviembre de 2025 a los 97 años, según confirmó su hijo Duncan al diario The New York Times y su antiguo empleador, el Cold Spring Harbor Laboratory, señalando que fue tras una breve enfermedad. Elegido en 1988 por Estados Unidos para encabezar el ambicioso proyecto para leer todo el ADN humano, el prestigio de Watson fue destrozado por una serie de comentarios racistas, sexistas y homófobos que lo llevaron a perder la totalidad de sus títulos honorarios.
Las declaraciones que desataron la indignación mundial (2007)
Watson comenzó a ser duramente criticado en 2007, cuando, en una entrevista con el semanario británico The Sunday Times, afirmó ser «pesimista» sobre el futuro de los ciudadanos del continente africano.
El biólogo declaró que:
- Las políticas de cooperación al desarrollo «se basan en el hecho de que su inteligencia es la misma que la nuestra, mientras que todas las pruebas dicen que no”.
- Para Watson, la igualdad de las personas con diferente color de piel era un bonito deseo, pero “la gente que tiene que tratar con trabajadores negros sabe que no es cierto”.
Estas palabras desataron un aluvión de críticas de políticos y científicos. El Museo de Ciencia de Londres canceló una conferencia suya. Watson pidió disculpas, obligado por la indignación mundial, durante un acto en la sede de la Sociedad Real británica, donde señaló que no había base científica para aseverar que África, como continente, es genéticamente inferior. En ese momento, intentó derivar la culpa al diario, pero un portavoz del Sunday Times ratificó el contenido de lo publicado, apuntando que tenían la entrevista grabada.
A pesar de ser empujado a abandonar su puesto de rector del Laboratorio Cold Spring Harbor en Long Island, Estados Unidos, tras esa primera ola de críticas, Watson pudo retener inicialmente sus títulos honoríficos, como rector emérito, profesor emérito Oliver R. Grace y miembro honorífico.
Reafirmación de teorías racistas y despojo de títulos (2019)
Los títulos restantes le fueron retirados en enero de 2019. Watson reapareció en el documental American Masters: Decoding Watson de la televisión pública estadounidense, dirigido por Mark Mannucci, donde volvió a lanzar sus teorías sin base científica.
En la película, aseguró que su visión sobre la raza y la inteligencia no había cambiado:
> “Entre los blancos y los negros hay diferencias en los resultados de las pruebas de inteligencia. Yo diría que la diferencia es genética.”
Al ser preguntado directamente por si había cambiado de opinión, Watson respondió: “En absoluto. Me gustaría haber cambiado, que hubiese habido nuevos descubrimientos científicos que mostrasen que lo adquirido es mucho más importante que lo innato, pero no los he visto”.
Ante estas declaraciones, el Laboratorio Cold Spring Harbor señaló que sus comentarios eran «infundados e imprudentes» y «reprensibles», retirando todos sus títulos y rompiendo todo vínculo con él, convirtiéndolo de héroe de la ciencia a apestado. La institución indicó que esas palabras revertían la disculpa que alguna vez había publicado.
El director de los Institutos Nacionales de la Salud de Estados Unidos, Francis Collins, quien había sido su compañero durante décadas, tuvo que salir a la palestra en 2019 para zanjar que era «decepcionante que alguien que ha hecho contribuciones tan innovadoras a la ciencia esté perpetuando creencias tan dañinas y tan infundadas científicamente”. La Sociedad de Genética Humana de Estados Unidos aclaró que la genética “demuestra que los humanos no pueden dividirse en subcategorías biológicamente distintas”.
Expertos en salud pública repiten que las diferencias en los resultados de las pruebas de inteligencia a menudo responden a factores socioeconómicos, señalando que el código postal (relacionado con el dinero, educación y alimentación) suele ser más importante que el código genético.
El polémico legado financiero: la venta del Nobel
En 2014, Watson fue noticia nuevamente por una decisión inédita: subastó su medalla de oro del Premio Nobel, siendo el primer ganador vivo en la historia en hacerlo. La medalla fue adquirida por el oligarca ruso Alisher Usmánov, propietario de un emporio metalúrgico, por casi cinco millones de dólares (US$4,76 millones en la subasta, más US$356.000 por el manuscrito de su discurso de aceptación).
Usmánov inmediatamente devolvió la medalla a Watson, quien señaló en un comunicado que parte de las ganancias se destinarían a financiar proyectos en las universidades e instituciones científicas en las que estudió y trabajó, incluyendo el Laboratorio Cold Spring Harbor, la Universidad de Chicago y el Clare College Cambridge. Ese mismo año, el biólogo molecular aseguró que, a raíz de sus comentarios sobre la raza, había sido excluido de la comunidad científica.
El tránsito de James Watson, el hombre que descifró el secreto de la vida, a ser un apestado, subraya cómo el talento científico, por monumental que sea, no es inmune a los prejuicios. ¿Puede el periodismo de investigación separar la obra del autor cuando la ideología del hombre usa su propia disciplina para justificar la discriminación?










