| LA ÚLTIMA PALABRA | EL PAN EN EL DESPEÑADERO

• Dos tribus internas se disputan los despojos de un partido destrozado por Carlos Joaquín González. • El panismo perdió la dignidad de Gómez Morín desde los tiempos de “concertacesión” de Carlos Salinas (1988-1994) y de la traición de Felipe Calderón en 1997.

Por: Jorge A. Martínez Lugo.

De pena ajena el nivel tan bajo que hizo público el panismo esta semana en las elecciones internas en Chetumal. Una trifulca motivada no por ideales ni por banderas políticas, sino por los despojos de un partido que dejó de serlo hace algunas décadas y se ha convertido en un botín para quienes lo encabezan.

Como ya comentamos en entregas anteriores, hay dos tribus internas que se disputan los recursos económicos de las prerrogativas panistas estatales, para quedarse con la franquicia para que quien gane se la entregue o “venda” al partido en el poder: así lo ha demostrado uno de los Germanes en el Cabildo de OPB y así lo viene refrendando Reyna Tamayo desde el Cabildo de Benito Juárez y ahora en la 18ª Legislatura.

Con la sangre derramada por Germán González y el descalabro que sufrió su hijo del mismo nombre, queda fuera del control panista una familia que en los últimos años venía usufructuando la franquicia y se consolida el control externo a través de la figura del diputado federal pluri, Enrique Sánchez Flores, integrante del grupo compacto de Jorge Romero y Marko Cortés, cabezas del llamado Cártel del Despojo de la Ciudad de México y algunos estados donde se han asentado gobiernos panistas. Aunque el tema del despojo también tiene otros colores y no solo azul.

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Para la militancia panista es una verdadera vergüenza el numerito que protagonizaron los Germanes y el diputado local Ángel Álvarez Cervera, quien demostró capacidad de choque y se convirtió en el “héroe” panista de las elecciones internas, al eliminar de una vez por todas al germanismo.

Seguro que este episodio va a reflejarse en las próximas elecciones, no por el hecho mismo, porque existe muy corta memoria política en general, temas como éste al día siguiente se olvidan, pero sí va haber impacto en las lejanas elecciones de 2027, por el comportamiento entreguista del PAN, que está sometido a la voluntad del partido hegemónico en Quintana Roo y en el país.

Mientras a nivel nacional el PAN se desgañita descalificando todo lo que surja del morenismo, en Quintana Roo, en cambio, el panismo le aprueba todo, tanto en el Congreso como en los cabildos, sumándose a la “unanimidad” que prevalece en la entidad.

Es el PAN que se desnaturalizó desde la época de las “concertacesiones” que puso en moda Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) y poco después cuando Felipe Calderón traicionó a su mentor político Carlos Castillo Peraza (1997) y se quedó con el panismo entregado a los pactos con el entonces aún poderoso PRI.

El último ideólogo panista murió en la orfandad poco después (2000), auto exiliado en Alemania, al haber renunciado al PAN al que veía ya alejado de la ideología y valores que lo fundaron en 1939 de la mano precisamente de Felipe Calderón, quien iba a todo galope para imponer en México un bipartidismo PRI-PAN tipo Estados Unidos, lo que explica el fraude a toda costa de 2006.

Así que el manojo de traiciones que imperaron en las elecciones internas panistas en Quintana Roo este fin de semana, es causa y consecuencia de la descomposición de un partido que no termina de encontrar su propio rumbo.

Controlado por una dirigencia sin ideología ni ética partidista, Jorge Romero-Marko Cortés, sin banderas políticas ni proyecto de nación; sólo oposición por oposición; eso sí, concentrada esa dirigencia en los negocios inmobiliarios desde ese poder y en el reparto de las aún cuantiosas prerrogativas oficiales que se pagan con el impuesto de toda la sociedad. Pobre panismo, pobre nación, con tan pobre oposición. Y la militancia azul, bien gracias. Usted tiene la última palabra.

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