La revista The New Yorker celebra 100 años en Netflix: La verdad nunca absoluta

El documental de Netflix explora los 100 años de The New Yorker: Capote, la bomba de Hiroshima y los fallos en el fact-checking de la revista icónica.
La revista The New Yorker celebra 100 años en Netflix: La verdad nunca absoluta

La icónica revista The New Yorker celebra un siglo de existencia, y Netflix lo conmemora con el documental The New Yorker: Die ikonische Zeitschrift wird 100 (título original The New Yorker at 100), una obra que, más allá de la simple biografía, profundiza en las bases de esta institución periodística y cultural estadounidense. El filme, estrenado en Alemania el 5 de diciembre de 2025 y en Estados Unidos el 9 de diciembre de 2025, rinde homenaje a una «celebridad» no humana que ha marcado la agenda pública durante cien años.

El centenario de una voz ineludible

La documentación, que transcurre como un viaje en el tiempo, tiene como punto de partida el aniversario de la revista, cuya primera edición se publicó el 21 de febrero de 1925. La película, dirigida por Marshall Curry con música de H. Scott Salinas, se centra en dos líneas narrativas principales: la retrospectiva histórica y el trabajo actual detrás de la edición de aniversario.

El documental no solo repasa el legado del magacín, sino que también ofrece una visión privilegiada del proceso de creación del contenido. Una parte clave se dedica a la compleja elaboración de la portada, un elemento que los conocedores de The New Yorker saben que es crítico y más importante que en otras publicaciones. Asimismo, se aborda la inspiración y la constante búsqueda de contenido en «el mundo exterior».

La voz detrás de la historia

En la narrativa, el editor (Herausgeber) David Remnick emerge como la figura central. Remnick es el quinto editor en la historia de la revista y ejerce esta función desde 1998. La fuente señala que, a pesar de que la publicación de la edición de aniversario aún está a seis meses de distancia, la presión y la alegría son palpables en el editor. Junto a Remnick, la narradora (Off-Sprecherin) Julianne Moore es destacada como una figura central en la documentación.

El rigor de la revista, sumado a su influencia, se encapsula en una cita recogida por una de las fuentes: «¡Esto no es una revista, es un movimiento!».

Estética e impacto social: un espejo del mundo

Desde sus primeros días, el magacín se definió por la unión de su estética y su contenido de fondo. Los flashbacks históricos que presenta el documental resaltan la importancia de la tipografía, de las icónicas portadas y, por supuesto, de los cartoons (dibujos animados) que tempranamente moldearon la imagen de la revista, alcanzando un estatus de culto.

A pesar de su cuidado embalaje, la revista difícilmente puede ser acusada de superficialidad. The New Yorker: Die ikonische Zeitschrift wird 100 recuerda específicamente dos contribuciones de inmenso peso:

  • El impacto de la bomba atómica: Un artículo sobre las consecuencias del lanzamiento de la bomba atómica por parte del ejército de Estados Unidos sobre Hiroshima, un tema tabú que, en retrospectiva, cuestionó las hazañas heroicas de la Segunda Guerra Mundial.
  • Racismo cotidiano: Un artículo que arrojó luz sobre el racismo cotidiano en el país, el cual, a pesar de la cuidada selección de palabras, fue sin duda un «dolor de ojos» para muchos, pues nadie se callaba nada.

La capacidad de la revista para la crítica abierta se extiende incluso a su propia historia, haciendo de la institución un «espejo de la sociedad».

La sombra del fact-checking: el legado de Truman Capote

El filme no esquiva los puntos débiles históricos de la publicación, y en uno de sus pasajes más críticos, rememora a Truman Capote. Su influyente obra In Cold Blood (A sangre fría) fue publicada por entregas en el magacín. Este clásico del True-Crime (crimen real) combinó un caso verídico, propio de un libro de no ficción, con la fuerza expresiva de una novela.

Esto significó que Capote no tomó diálogos y declaraciones directamente de lo dicho, sino que los escribió después de las entrevistas. Se presume que el resultado final pudo ser diferente a lo que realmente se dijo, aun cuando Capote lo viera de otra manera. El documental, sin pelos en la lengua, también menciona otros ejemplos en los que el legendario enfoque en la verificación de hechos (fact-checking) de The New Yorker no siempre funcionó.

Un espejo de la sociedad

El análisis de la documentación subraya que las partes más emocionantes e informativas del filme son aquellas que se concentran en la doble perspectiva: la revisión de la historia y la labor en la nueva edición. Estas secciones abordan la cuestión de cuánto ha cambiado la revista a lo largo del tiempo y qué ha permanecido inalterable, explorando en esencia qué es realmente The New Yorker.

Sin embargo, el crítico Oliver Armknecht (quien firma la reseña de la Fuente 1) identifica una debilidad en algunas de las entrevistas, las cuales, al igual que sucede en otros retratos biográficos de documentales, degeneran en una «alabanza unilateral» que resulta innecesaria. Aun así, en general, la película es considerada «digna de verse», no solo para los fans del periodismo y la cultura, sino también para el público con amplios intereses sociales y culturales, porque la revista es, en última instancia, un reflejo del mundo que la ha producido.

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