
La economía de la frontera sur de México enfrenta una severa contracción. Tapachula, Chiapas, epicentro de la actividad en la región, resiente de manera contundente las políticas antiinmigrantes impuestas por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. La ausencia de flujos humanos, vitales para su desarrollo, ha generado un desplome sin precedentes, dejando calles semivacías y una menor actividad económica general.
Impacto directo de las políticas migratorias en la economía local
La disminución del flujo de trabajadores en movilidad ha golpeado directamente a Tapachula. Los empresarios y prestadores de servicios de esta ciudad chiapaneca coinciden en que los ingresos por remesas se han desplomado. Según datos del Banco de México, en el tercer trimestre de 2018, al inicio de las caravanas de Centro y Sudamérica, Tapachula recibía 19.7 millones de dólares en remesas. Para el tercer trimestre de 2023, la cifra se había disparado a 96.5 millones de dólares, un crecimiento del 500 por ciento en cinco años.
Sin embargo, tras el cierre de la frontera norte y las deportaciones masivas, en el primer trimestre de 2025, cuando Donald Trump asumió el poder, la ciudad sufrió una caída drástica a 54.3 millones de dólares en remesas. Actualmente, la infraestructura que prosperó con la migración languidece:
- Hoteles vacíos.
- Restaurantes con escasos comensales.
- Centros comerciales con menor afluencia.
- Una notoria reducción de la población flotante en esta ciudad fronteriza con Guatemala.
El negocio de la movilidad humana, desaparecido
La economía impulsada por los flujos migratorios alimentó directamente los servicios de transporte, hospedaje y alimentación. Incluso la crisis de la pandemia no se sintió tan severamente debido a la constante oleada de extranjeros. Propietarios de inmuebles invirtieron en departamentos que alquilaban a migrantes a precios elevados, entre mil y mil 500 pesos por persona, llegando a hacinar hasta 10 huéspedes en espacios pequeños. Hoy, esos sitios están sin inquilinos.
El sector del transporte es un claro ejemplo de este impacto. La flotilla de taxis en Tapachula creció casi 60 por ciento, pasando de mil 400 unidades a cerca de 2 mil 200. En la actualidad, decenas de unidades circulan sin pasajeros, incluso en horas pico. Enrique López, taxista con casi una década de experiencia, lamenta: “Cuando había migrantes ganábamos hasta mil pesos en un día, ahora apenas sacamos para la cuenta y nos quedan 200 pesos de ganancia”.
La iniciativa privada busca alternativas ante la crisis
Jorge Zúñiga, presidente de la Cámara de Comercio Servicios y Turismos de la Frontera Sur, reconoció que la iniciativa privada realizó importantes Inversiones para atender la alta demanda de productos y servicios generada por la migración. Frente a la reducción de estos grupos, los empresarios ahora buscan desesperadamente cómo compensar la caída económica.
El líder empresarial estimó que los ingresos extraordinarios de prestadores de servicios como hoteles, restaurantes, transportes y comercios han experimentado una disminución cercana al 20 por ciento. Zúñiga recalcó: “El alza que tuvimos en la movilidad humana, con las remesas y los extranjeros que estaban viviendo en Tapachula se notó. Lo más difícil es que el empresario se acostumbra a generar este dinero excedente”.
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Inseguridad, otro golpe a la región
A la crisis económica por la ausencia de migrantes se suma el factor de la inseguridad. La única manera de compensar las pérdidas, según Zúñiga, es “plantear que se abra de manera natural y orgánica nuestra frontera para que regrese la gente de Guatemala que venía a hacer comercio, que venía a consumirnos y a hacer turismo, porque hubo un momento en que también dejaron de venir por la inseguridad que teníamos en el estado”. Existe una confianza cautelosa en que la estrategia de seguridad impulsada en la entidad logre restaurar la confianza del turismo nacional y extranjero, un paso crucial para revertir el devastador impacto económico de la ausencia de migrantes.