La economía mexicana revela una paradoja: mientras la pobreza disminuye, la desigualdad en México se arraiga. Un análisis reciente expone cómo el 1 por ciento más rico del país acapara un tercio de los ingresos totales, consolidando una brecha de riqueza que se amplifica con cada nivel socioeconómico.
Desigualdad estructural: Un abismo persistente en México
Un exhaustivo análisis conjunto de Oxfam México y el Instituto de Estudios sobre la Desigualdad (Indesig) desvela una fotografía cruda de la distribución de la riqueza en la nación. Según la revisión de la Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares (Enigh), el 1 por ciento de la población más acaudalada concentra el 35 por ciento de los ingresos totales del país. En contraste, el 10 por ciento de la población con mayores carencias apenas percibe un 2 por ciento del total.
Esta brecha, que califican de «en cascada», es alarmante. Los ingresos de las personas encumbradas en el 1 por ciento más rico son 442 veces superiores a los del 10 por ciento de la población con menores entradas monetarias. En términos concretos, mientras los hogares del decil I —el 10 por ciento con menores recursos— tuvieron un ingreso por miembro de la familia de 2 mil 168 pesos al mes durante el año pasado, el 1 por ciento más rico captó 958 mil 777 pesos por habitante, también cada mes.
El engaño de las proporciones: Más para los ricos, menos para los pobres
El informe subraya que, aunque de 2018 a la fecha el ingreso de ambos grupos avanzó un 29 por ciento, «los más ricos y los más pobres incrementaron sus ingresos en la misma proporción, pero en montos muy distintos». Los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), analizados por las organizaciones civiles, evidencian que entre 2018 y 2024, las personas del decil I recibieron casi 16 pesos más diarios. Por otro lado, quienes pertenecen al 1 por ciento más rico captaron hasta 7 mil 123 pesos más en un solo día, lo que acentúa la desproporción.
Pobreza a la baja, desigualdad al alza: La paradoja mexicana
La Enigh 2024 confirmó un incremento en los ingresos de los hogares mexicanos, lo que llevó al nivel de pobreza más bajo del que se tiene registro estadístico. Posteriormente, se informó que 13.4 millones de personas salieron de la pobreza multidimensional desde 2018, un hito sin precedentes en la historia reciente del país.
Sin embargo, Oxfam México e Indesig puntualizaron que, si bien los ingresos promedio de los hogares mexicanos aumentaron un 18.7 por ciento entre 2018 y 2024, al pasar de 18 mil 381 pesos a 21 mil 825, «la ligera reducción de la desigualdad y la pobreza no es suficiente para garantizar el pleno acceso a derechos humanos, el desarrollo de proyectos de vida, la movilidad social y la reducción de la brecha entre los más ricos y los más empobrecidos».
Barreras económicas: El costo del acceso a derechos fundamentales
El informe resume que «en México, el acceso a derechos sigue profundamente condicionado por el nivel de ingreso». A pesar de avances como el aumento del salario mínimo y ciertas mejoras en los ingresos de los hogares más empobrecidos, millones de personas continúan enfrentando barreras económicas para ejercer derechos fundamentales.
La magnitud de esta disparidad no se limita a la comparación extrema; el ingreso del 1 por ciento más rico es 44 veces superior al promedio nacional. Esta inequidad se refleja también en los patrones de gasto: el año pasado, los hogares del 10 por ciento más pobre gastaron un peso por cada seis que desembolsó el 10 por ciento más rico. Sus recursos se destinaron, mayoritariamente, a alimentos y vivienda, dejando una porción menor para salud y educación.
Las organizaciones advierten que «el acceso a derechos y servicios públicos cada vez cuesta más dinero a las familias mexicanas que no pertenecen al 1 por ciento más rico de la población». Si bien la pobreza disminuyó, la desigualdad estructural persiste, consolidando un panorama donde el progreso en una métrica no garantiza el bienestar general ni la equidad fundamental.
Este análisis crítico de Oxfam México e Indesig desvela que, a pesar de los notables avances en la reducción de la pobreza, la profunda desigualdad estructural en México continúa siendo un obstáculo insalvable para millones de personas. La pregunta que emerge es, ¿cuánto tiempo más podrá el país sostener un modelo económico donde el acceso a derechos fundamentales sigue siendo un privilegio condicionado por la riqueza?