El veterano streamer Asmongold ha arremetido públicamente contra Twitch, reavivando el debate sobre la ética publicidad Twitch en la era de los contenidos digitales. Su crítica no solo apunta a la plataforma, sino también a los creadores que lucran con anuncios de apuestas mientras condenan el juego, acusando al ecosistema de una profunda hipocresía.
El estallido de Asmongold y la fecha clave de 2025
El debate de larga data sobre el juego en Twitch fue reencendido por Asmongold el 17 de diciembre de 2025, según reportó Barsha Dutta para Times of India. La frustración del streamer se dirigió tanto hacia la plataforma como hacia sus colegas creadores de contenido, a quienes criticó por la contradicción de permitir anuncios relacionados con el juego mientras condenan públicamente el contenido de apuestas.
La fórmula de la complicidad
Para el streamer, el mero acto de permitir que se ejecuten anuncios de juego convierte a los streamers en cómplices. Asmongold fue categórico al declarar que el debate estaba «terminado» y acusó a la plataforma de hipocresía.
Su argumento se centró en la inevitabilidad de la situación, dada la persistencia de los anuncios. En sus propias palabras, no se reservó nada al abordar la situación en la transmisión:
- «Ahora mismo, si estás transmitiendo en Twitch y estás publicando anuncios, estás apoyando el juego, punto.»
- «No quiero escuchar más a nadie, nunca más, hacer virtue signaling sobre el juego. Se acabó. El juego ha ganado. No hay más caminos morales.»
Asmongold fue más allá, añadiendo que nunca más quiere escuchar a nadie que transmita en Twitch «hablando de lo malo que es el juego, o quejándose del juego. Diciendo que Rainbet o Stake son malos. Se acabó. Está hecho. El juego está aquí, y está aquí para quedarse».
La distinción insostenible de Twitch
Si bien Twitch prohibió las transmisiones vinculadas a sitios de casinos no regulados en el año 2022, Asmongold sostiene que la plataforma sigue incurriendo en una contradicción moral. Argumenta que la continua promoción de apuestas deportivas y deportes de fantasía expone una fisura que socava los años de indignación moral que han expresado los creadores.
En su visión, la cuestión ya no radica en los matices de las políticas, sino en la honestidad. Cree que, si los anuncios de juegos de azar están funcionando, la plataforma y los streamers que los habilitan son cómplices, lo admitan o no.
El escrutinio se centra en la distinción que hace la plataforma entre lo que prohíbe y lo que permite. Aunque prohíbe que los creadores transmitan tragamonedas y juegos de casino de sitios web no regulados, sigue permitiendo:
- Apuestas deportivas.
- Póker.
- Blackjack.
- Deportes de fantasía.
Estas últimas categorías son precisamente las que aparecen ahora de forma generalizada en los anuncios dentro de las transmisiones. Esta distinción, según Asmongold, hace que las condenas públicas sobre el juego se sientan más «performáticas» que basadas en principios.
El peso de Stake y Kick
Irónicamente, la crítica de Asmongold viene de un lugar complejo, ya que él transmite principalmente en Kick, una plataforma que está respaldada por Stake, la cual es, precisamente, uno de los sitios de juegos de azar que Twitch prohíbe para las asociaciones de creadores. Aunque Asmongold nunca se ha autodenominado un streamer de juegos de azar, su migración a Kick subraya cuán profundamente está incrustado el dinero del juego en todas las plataformas de streaming.
El monitoreo del impacto digital
La controversia generada por estas declaraciones se inserta en un contexto donde el interés y la visibilidad de los temas digitales son medidos minuto a minuto. Debates como este son susceptibles de aparecer en las tendencias de búsqueda, un termómetro de la agenda pública y el «círculo rojo digital». La forma en que se estructuran estas tendencias permite ordenar la información y rastrear su impacto mediante criterios como el título, el volumen de búsquedas, la fecha más reciente y la relevancia.
En última instancia, el mensaje de Asmongold no es un llamado a prohibiciones más estrictas, sino una demanda de consistencia. En sus palabras, ni Twitch ni sus creadores pueden reclamar superioridad moral mientras se benefician del dinero de la publicidad de juegos de azar, y fingir lo contrario solo alimenta el cinismo de los espectadores que ya dudan de la ética de la plataforma.
La revelación de Asmongold expone la grieta ética en el corazón de las plataformas digitales, forzando a los gigantes tecnológicos a elegir entre el lucro fácil de las apuestas o la credibilidad moral de sus políticas. ¿Pueden las corporaciones del *streaming* recuperar la confianza de sus audiencias o el juego ha ganado definitivamente la batalla de la ética en línea?






