El 15 de agosto de 2025, el presidente estadounidense, Donald Trump, mantuvo conversaciones telefónicas con su par ucranio, Volodymir Zelensky, y otros líderes europeos. Estas llamadas siguieron a la reunión que sostuvo con el mandatario ruso, Vladímir Putin, en Alaska.
La cumbre bilateral en Anchorage: Un formato inédito
La esperada cumbre entre el presidente Trump y Vladímir Putin, la primera desde el retorno del político republicano a la Casa Blanca, se llevó a cabo el viernes en Alaska. Un informe de Fox News detalló que la conversación entre ambos líderes se extendió por más de dos horas y media. A principios de la semana, el propio Trump había manifestado a periodistas su intención de comunicarse con Zelensky y los líderes europeos una vez concluido el encuentro con Putin, con el fin de informarles sobre los resultados de la cumbre, cuyo objetivo principal era abordar y resolver el conflicto en Ucrania.
Inicialmente, la reunión se preveía como un encuentro cara a cara. Sin embargo, se desarrolló en un formato de ternas. La delegación estadounidense estuvo acompañada por el secretario de Estado, Marco Rubio, y el enviado especial Steve Witkoff. Por la parte rusa, se sumaron el canciller Serguéi Lavrov y el asesor del Kremlin Yuri Ushakov.
Posteriormente, las conversaciones se ampliaron con la incorporación de importantes figuras de ambos gabinetes. Por el lado estadounidense, se unieron los secretarios Scott Bessent (Tesoro), Howard Lutnick (Comercio) y Pete Hegseth (Defensa), así como la jefa de gabinete de la Casa Blanca, Susie Wiles. La delegación rusa vio la integración de los ministros Andréi Beloúsov (Defensa) y Antón Siluánov (Finanzas), además del enviado presidencial para la cooperación económica y la inversión, Kiril Dmítriev.
Ausencia de acuerdos y la presión sobre Kiev
A pesar de que los presidentes ruso y estadounidense calificaron su encuentro de “productivo” y “útil”, la cumbre en Alaska concluyó sin un acuerdo de alto el fuego y sin las sanciones adicionales que el republicano había prometido aplicar si las hostilidades continuaban. Este resultado subraya una vez más la complejidad del conflicto ucraniano.
Tras el encuentro, el mandatario estadounidense declaró que “ahora depende de Zelenski cerrar acuerdo de paz”, un mensaje que traslada directamente la responsabilidad de una solución definitiva a Ucrania. Además, Trump señaló que los países europeos deberían “involucrarse más en las negociaciones”, sugiriendo una mayor corresponsabilidad internacional en el proceso de pacificación.
Trump mismo admitió que, aunque hubo avances, la cumbre no fue concluyente en todos los puntos clave. «Diría que aún no hemos logrado un par de puntos importantes, pero sí hemos avanzado. Así que no hay acuerdo hasta que lo haya», señaló el mandatario estadounidense. Más temprano el mismo viernes, Trump había anticipado que una potencial segunda reunión con Putin podría revestir mayor trascendencia que la primera, por la posibilidad de que sea «definitiva».
La cumbre de Alaska, aunque celebrada como un paso hacia el diálogo, expone la persistencia de las divergencias y la delegación de responsabilidades en el conflicto ucraniano. ¿Será la “productividad” de este encuentro un preludio para una futura resolución o el reflejo de un estancamiento prolongado que empuja el peso de la paz directamente sobre Kiev?