La cultura maya reducida a una artesanía tropical en Quintana Roo

Por Gilberto Avilez Tax

En el Día Internacional de los Pueblos Indígenas, en Quintana  Roo se festeja de forma muy propia la Xcaretización a las culturas originarias: de convertir la cultura maya en un asunto artesanal, a cambiar los papeles y apapachar a los mayas caucásicos que les «enseñan» a los mayas prietos, a cómo hacer un tinte mesoamericano.

Pero vamos por partes, para decir que en el marco del Día Internacional de los Pueblos Indígenas, ayer en Chetumal se instauró una especie de comité para el control de lo folk y los saberes inventados de la mayanidad al servicio del poder oficial, donde la aristócrata chetumaleña Lilian Villanueva Chan preside una Comisión de artesanías y «saberes» mayas. Es decir, de ese nivelito es para el poder actual la cultura maya: un pinche bordado de punta de cruz que no pondrían jamás las finísimas personas del poder en sus fiestas privadas, una artesanía curiosa para llevar un recuerdito de estas tierras repletas de mosquitos saltarines, un enquistarse en la inmovilidad identitaria y sacralizando saberes atemporales, y a esto contribuyen igual los mayas profesionales al servicio del poder en turno ( ya revivieron los mayas de Roberto Borge como sumos pontífices de la Xcaretización en el Katun de la Mayakanidad).

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Villanueva Chan, presidiendo ese boato de comité, invitó vía los aparatos estatales, a mayas obsecuentes, a parteras, y a antiguos «mayas profesionales» que en tiempos de Roberto Borge hasta novelas bobas y repletas de pueblito les produjeron. Ahora, Villanueva Chan, antigua borgista, rescata del ostracismo a estos  «indios hidalgos» del borgismo. Villanueva Chan, tan polémica en el tema indígena (cráneos que no aparecían, apoyando a falsas casas mayas del cacique de Tepich), ha llegado a la conclusión inapelable de que todo el «problema indígena» de Quintana Roo, se reduce a apoyar a los mayas a vender bien sus artesanías, y a qué esos saberes de los abuelos sirvan para endulzar el oído del turista conquistador.

Es decir, en Quintana Roo las cúpulas gobernantes no logran ver con toda la seriedad al pueblo maya de Quintana Roo como parte neuralgica del estado, un pueblo que debe contar con todos los elementos para su real autonomía, el poder regional los sigue viendo como un asunto de conquista acabada que se reduce todo a sus artesanías y a la preservación museográfica de unos «saberes mayas» que no necesitan de comité alguno para que sigan  floreciendo, sino de compromisos firmes del estado en fomentar políticas publicas que combatan la desigualdad estructural, que se fomente las tecnologías, el pensamiento científico en las comunidades y pueblos indígenas, que becas de posgrados y perspectivas modernas se arraiguen en el pueblo maya. Esto, por supuesto, en el entendido de que la cultura maya va más allá de burdas defensas indigenistas sin ton ni son, bien predispuestas a las fiestitas de pueblo y a las enésimas revitalizaciones de una lengua maya que nunca necesitó de sus tlacuilos del poder.

¿APROPIACIÓN CULTURAL EN EL CARIBE MEXICANO?

En otro orden de ideas, el día de ayer también nos enteramos en las redes del artista plástico Luis May (originario de Dzan, Yucatán), de un nuevo caso de apropiación cultural. Ahora que Adidas intenta apropiarse de los huaraches oaxaqueños, en Quintana Roo los buitres venidas de otras tierras no se quedan atrás. Y es que Luis May acusó, con pruebas de por medio y respaldado en sus años de investigar el «azul maya» del cual él hizo florecer de nuevo en su taller de maestro plástico en Dzan; a la seudo investigadora extranjera Anna Sofía Racansky, de intentar hacer pasarse por algo que no es, de ser la rescatadora y estudiosa del azul maya. Luis May, después de años de trabajar diversas raíces y distintos materiales, hace unos años pudo al fin elaborar el azul maya (tan presente en vestigios arquitectónicos y de cerámica maya prehispánica) que fue tan ubicuo en el ritual sagrado, nombrándolo como azul ch’oj.

La causa que originó que Luis May denunciara públicamente a la extranjera Racansky, fue una foto donde ésta fue presentada en las redes sociales del presidente de Tulum Diego Castañón (ya se bajó esa nota con la foto), del modo siguiente: «En Tulum creemos que rescatar lo que nos hace únicos también es sembrar futuro. Me reuní con Anna Sofía Racansky, una artista que ha dedicado su vida a investigar y recrear el azul maya, un color que pintó pirámides, guerreros y la historia misma de nuestra región». Y aunque Castañón – o el que le escribió ese bulo falsario- señala que el azul maya volvió a nacer «gracias al conocimiento de Luis May Ku», el orden del discurso, el orden en que lo nombra ( posteriormente a la flamante Racansky), y su no presencia en la foto, es un claro síntoma del desprecio que muchos comunicadores chilangocentristas, en sintonía con sus jefes políticos huaches, tienen de la cultura maya, a la que ni el intento hacen de conocer su historia pasada y presente.

El artista Luis May no se explica cómo una extranjera que apenas tomó dos talleres con él, ahora la presentan por los órganos oficiales de Tulum, como una experta investigadora del azul maya: «Sólo tomó dos talleres -aseguró Luis May- y usa mi trabajo para buscar fondos y apoyos sin mi consentimiento y sin que supiera nada».

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